No se me hubiera ocurrido verla si no me la ponen en el tren. Y no la hubiera aguantado despierto si en el asiento de al lado no hubiera habido niños gritones. Gracias a ellos tuve que verla hasta el final. Y lo que parecía una película topiquísima me sorprendió. El final es mucho más patético de lo que suelen ser las pelis de profesores idealistas que apartan del mal camino a chicos socialmente desfavorecidos. Que ya es decir.