Déjate llevar

No soy fanático de Banderas, pero he de confesar que en este film se ha esforzado. Esperaba que fuese el protagonista, por ser quién es. Da una visión del baile que sólo se ve desde dentro. Desde fuera todo es muy diferente. Introduce al espectador la idea de que todo tiene importancia en la educación de unos adolescentes, y no sólo puede educa un centro escolar o instituto sino que también la calle.

Una auténtica lección de clase y buen gusto y además Antonio Banderas correcto. Diríamos otra cosa si esta película terminara siendo una serie, entonces caería en el fondo pero así no hay nada de objetar. En ningún momento te dice que nadie salga adelante en su vidas porque ha llegado un tío listo y les ha influido moral mediante el baile. Ni lo dice ni pretende que lo veas, pero lo puedes imaginar porque inyecta emoción para ello.
Lograr que las personas se respeten es algo posible y bueno de contar y eso lo muestra el film paso a paso y creíblemente; tal vez sea la disciplina, o lo que sea. Se puede comprobar. Son vidas al límite, humildes, duras y penosas y frente a ello, otra forma de ver las cosas. El mensaje está claro ¿qué es muy evidente y falso? Pues muy bien. Porque eso es lo que quieres ver, no se trata de más penurias y caer más bajo aún, porque sería otra película distinta, se trata de agradar y como lo consigue, creo que es una película agradable, pero sin pasteleo ni falsas esperanzas. Lo dicho, buen ritmo musical y buen ritmo en imágenes; mezclando asuntos turbios con música de todo estilo y gente de todo tipo.
Hay que verla con ánimo y se verá que no deprime: esa juventud merece la pena.

Banderas lleva tres lustros largos (y más de treinta pelis) desde que desembarcara en Hollywood con aquella aceptable adaptación de Los Reyes del Mambo, pero pierde demasiado el norte al apostar por mediocres producciones como la que nos ocupa.
Habremos visto miles de historias como ésta, que desde que empieza suena a caduca: un blanquito bienintencionado que aterriza en un instituto de los bajos fondos más estereotipados de cualquier cochambroso barrio estadounidense, con el objetivo de enfrentarse a una caterva de energúmenos y descubrir que son maravillosas personas, con infinitud de valores, y toda la pesca, vamos, que en un par de clases salen del infierno al que estaban abocados. Llevamos cincuenta años viendo pelis idénticas, y aquí la única originalidad reside en una supuesta historia real, la del personaje de Antonio, Pierre Dulaine, que consigue, a través del baile, que los alumnos "conflictivos" encuentren su camino. Pero lo malo es que es excesivamente vulgar, tramposilla hasta en la localización (nos hacen creer que es Nueva York, pero está integramente rodada en Toronto, Canadá), vistosa en los bailoteos de los muchachos (lo que podemos ver en cualquier videoclip de medio pelo), con unos personajes planísimos, en los que no se profundiza nada y cierta innegable vocación de ser un producto destinado a la sobremesa de cualquier canal de TV (como fue en mi caso) y olvidable a los pocos minutos.

Debo confesar que no suelo ser muy exigente con las películas cuyo tema central es el baile, ya que lo que me gusta es disfrutar del espectáculo. En esta película hay derroche de sensualidad por doquier, hay meneos y contorneos, hay exhibiciones de verdadero talento para la danza y es estéticamente muy agradable.

Yo con eso me conformo, pero en esta película, además, me gustaron algunas de las interpretaciones, empezando por Banderas, que por cierto, no suele caerme simpático. Pero aquí tiene un papel comedido y algo extravagante por su exceso de caballerosidad, y eso le da un contrapunto a lo barriobajero de la escuela donde enseña. Los chicos, por su parte, son ordinarios y mal hablados, pero el baile les va puliendo esa máscara defensiva.

Es una película que me desconcierta, porque a veces me resulta creíble y a veces no; sin embargo, siempre vale la pena ver esas magníficas coreografías que mezclan baile de salón con baile callejero puro: una delicia.

Una película facilona a más no poder, encorsetada en los preceptos marcados por el género de profesor "distinto" en barrio/alumnado chungo. Banderas como improbable profesor trajeado que pretende hacer bailar valses a una panda de inadaptados hijos del hip hop, con problemas varios. Esos problemas también son un arquetipo en si mismos: maternidad juvenil, maltrato, hogares rotos. Todo ello tratado superficialmente y de manera tangencial, para que permanezca como protagonista lo que cuenta: el baile.
Se deja ver acurrucado en un cómodo sofá, con un ojo abierto y el otro venerando a Morfeo, ahora que acecha la canícula de ferroagosto.
Nota: 5,05.