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Voto de Manospondylus:
5
Ciencia ficción. Aventuras. Fantástico El doctor Alan Grant, ansioso por conseguir fondos que financien su estudio sobre la inteligencia del velociraptor, acepta la oferta de una pareja de millonarios, Paul y Amanda Kirby, para sobrevolar la Isla Sorna (Costa Rica), poblada por dinosaurios creados genéticamente. Tras un aterrizaje forzoso en la isla, Alan descubre que los Kirby estaban buscando a su hijo adolescente, perdido en la isla tras un accidente de parapente. (FILMAFFINITY) [+]
25 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera entrega de la saga jurásica, ya sin Spielberg a cargo de la dirección, y película que pasará a la historia por abrir el debate más estúpido e infructuoso de la paleontología moderna: "¿Quién ganaría el T. rex o el Spinosaurus?"

Joe Johnston se encarga de dirigir la que para muchos es la peor película de la franquicia. Una trama simple como pocas, unos personajes vacíos y unos dinosaurios (y pterosaurios) obsesionados con matarlos, conforman una cinta de aventuras ruidosa pero sencilla, a ratos entretenida y a ratos ridícula.

La trama parte de una idea posible, en ese mundo en el que hay una isla poblada por animales del mesozoico, pero poco inspirada: alguien organiza tours en lancha en torno a la Isla Sorna para turistas. Ocurre un accidente y un par de personas quedan atrapadas en dicha isla, con el evidente riesgo de muerte por ataque de terópodo carnívoro del cretácico. Los padres de uno de estos náufragos, que es el imprescindible niño molesto que no puede faltar en ninguna entrega de la saga, acuden al paleontólogo Alan Grant (Sam Neill), personaje recuperado de la primera película, y lo convencen para que les sirva de guía, aunque nunca ha pisado esa isla. Y ya está. A partir de ahí empiezan las carreras.

Tras un primer acto de apenas 15 minutos, Alan Grant, su ayudante, los padres del niño perdido (los odiosos Kirby) y tres tipos de relleno que sabemos desde su primera aparición que están ahí sólo para morir entre las fauces y garras de algún dinosaurio (vamos, los típicos camisas rojas) se dedican a recorrer la isla huyendo absolutamente de todo bicho viviente, porque absolutamente todo bicho viviente quiere comérselos, aplastarlos o matarlos por algún motivo (excepto, por lo visto, el Ceratosaurus, sin duda el dinosaurio peor usado de toda la saga cinematogáfica).

Es absolutamente imprescindible que comente algo de los animales, porque, como viene siendo habitual en la saga, hay mucho que decir. La película recupera prácticamente todos las especies vistas en entregas anteriores (salvo Dilophosaurus, Gallimimus, Mamenchisaurus y Pachycephalosaurus) y añade otras nuevas, como Corythosaurus, Ankylosaurus (que reaparecerá en Jurassic World), Ceratosaurus y Spinosaurus. Esta última es la gran antagonista de la cinta: un depredador enorme que aparece sin justificación alguna y que exhibe una obsesión por dar caza a los humanos enfermiza, y más con todos las potenciales presas que tiene disponibles.

En la recreación de las especies, de nuevo, se toman excesivas licencias. Arriesgaron al mostrar al Spinosaurus tan grande y con hábitos acuáticos y acertaron, pero erraron completamente en su aspecto porque hasta 2014 y 2020 no se harían públicos los trabajos más completos sobre ese género extinto, que lo muestra con una imagen completamente diferente: un animal alargado, de extremidades posteriores reducidas, cola aplanada y que pasaría la mayor parte del tiempo en el agua. Ese asunto de la incompatibilidad de medios, acuático y terrestre, al menos cierra (aunque nunca terminará del todo) ese debate absurdo de "¿quién ganaría?" que empezó con esta película donde, efectivamente, un Spinosaurus y un Tyrannosaurus se enfrentan como si fueran kaijū, preludio de lo que estaba por llegar en Jurassic World.

Del resto de especies hay que destacar al Velociraptor, con un rediseño rematado con una llamativa cresta de plumas o protoplumas o lo que sea, muy diferente al plumaje de los dromaeosaurios reales. Y el Pteranodon, al que le ponen un gran número de afilados dientes en su pico, cuando su nombre significa precisamente "alado y sin dientes", porque no los tenía (y desdentado aparece en las segunda y cuarta partes); y al que le quitan las picnofibras (pelo, del que también carece en las otras entregas de la saga).

Por lo demás, tenemos abundancia de carreras, con el grupo de gente huyendo de dinosaurios carnívoros, de estampidas de herbívoros y de pterosaurios; con solo unas pocas pausas breves en las que se decide qué hacer a continuación para sobrevivir. Reaparece la crítica a la manipulación y explotación de la naturaleza, como en todas las entregas de la saga, pero de forma superficial, y en seguida queda engullida por toda la acción, parte de la cual está bien rodada... mientras que el resto es bastante chapucera para una película de gran presupuesto. Por desgracia también encontramos alguna tontería metida a la fuerza, como ese sueño del doctor Grant en el que aparece un Velociraptor parlante, por cierto, físicamente muy diferente de los que él había visto en la Isla Nublar; y una subtrama decididamente imbécil relacionada con un teléfono móvil.

La película alcanza el máximo ridículo cuando Alan intenta comunicarse con los velociraptores valiéndose de un artilugio imposible que han creado al escanear el cráneo fósil de un Velociraptor, evidentemente sin tejido blando, y que, por algún motivo, su ayudante había decidido llevarse a la isla (porque no pensaban aterrizar en ella y menos aún ponerse a buscar a los raptores para charlar con ellos). El artefacto infernal ese funciona como un instrumento musical de viento y los velociraptores parecen reaccionar ante el sonido que emite. Muy absurdo todo.

Además, pese a contar con un presupuesto considerablemente mayor que sus predecesoras (93 millones de dólares), este filme es el más cutre en términos de producción, y tiene un aire a cine B muchísimo más marcado que cualquier otra entrega de la saga. Tampoco es ningún secreto que la producción estuvo llena de problemas, siendo los más sonados el inicio de la grabación sin tener listo el guion (lo que se nota horrores) y la destrucción accidental del animatrónico del Tyrannosaurus (que es el mismo empleado para el T. rex macho de El Mundo Perdido con un repintado, al tratarse de un ejemplar diferente dentro del canon cinematográfico), lo que redujo el tiempo de este dinosaurio en pantalla y simplificó su enfrentamiento con el Spinosaurus.

(Sigue sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manospondylus
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