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Serie de TV. Animación. Comedia
Olaf, el simpático muñeco de nieve de "Frozen", vive pequeñas aventuras en esta serie de cortos de poco menos de un minuto creados durante el confinamiento del COVID19 por Hyrum Osmond (director) y Josh Gad (voz de Olaf) y estrenados directamente en el canal de YouTube de Walt Disney Animation Studios.
11 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
At Home With Olaf parte de una curiosa iniciativa por cuenta de Walt Disney Animation Studios y de Hyrum Osmond quien, confinado como tantísima gente durante la primavera de 2020 debido a la pandemia de COVID-19, se le ocurrió crear esta webserie compuesta por una veintena de cortos (realmente cortos, los más largos apenas llegan al minuto y el total de la serie comprende unos 15 minutos de metraje, más un especial de 2 minutos que hizo las veces de cierre) que serían difundidos a través de YouTube y cuyo propósito original fue, más que distraer durante un rato (lo que difícilmente pueden hacer dada su duración), recompensar (casi) diariamente a lo largo de un mes a los niños y niñas que también permanecían en sus casas.
Efectivamente, este es uno de esos casos en los que la historia detrás de la creación de una obra es más interesante que la propia obra resultante: Osmond, que fue el supervisor de animación precisamente del personaje de Olaf en Frozen (también había trabajado en Bolt, Enredados, Zootrópolis y Vaiana) y había dejado Disney en 2018, ideó esta webserie cuyos primeros 6 episodios fueron animados por él mismo desde su casa. De igual forma, Josh Gad, voz de Olaf en todas las películas y cortometrajes de la franquicia, vuelve para poner voz al personaje (aunque pronuncia pocas palabras inteligibles), un trabajo que también hizo desde su vivienda (algo que se publicitó como forma de concienciar a la gente de que respetara las restricciones de movilidad e incluso que limitara sus movimientos donde no las hubiera).
Aunque llamativos, los peculiares detalles detrás de la creación de At Home With Olaf tampoco es algo que vaya a tener en cuenta (sólo lo comento porque me parece curioso), es decir, que si mi crítica parece demasiado benevolente con una obra tan simple no es ni por las dificultades en su producción ni por su simpático objetivo, sino porque 30-60 segundos no dan para contar mucho y menos aún si se trata de pequeños sketches infantiles sin más pretensiones. Y a pesar de ello el resultado no es malo (ni muy bueno, sino... meh), de hecho presenta un par de puntos dignos de ser comentados.
Al tratarse de una serie completamente improvisada, At Home With Olaf no sigue una línea argumental, sino que cada uno de los microepisodios (¿Esa palabra existe?) cuenta una brevísima historia sobre Olaf, el personaje sidekick de Frozen que ha alcanzado una gran popularidad entre los niños (insisto en que es a quienes va dirigida esta webserie, más que al fandom de Frozen o la protagonista habría sido Elsa, pero esta ni aparece, ni se la menciona, salvo por un cameo nímio). En cada entrega, Olaf realiza alguna actividad aleatoria, como bailar al son de la "Danza del Hada del Azúcar" de Tchaikovsky (perdono el anacronismo porque me encanta esta pieza), tocar "Old MacDonald Had a Farm" (otro anacronismo), cepillarse su único diente (no, aunque lo parece, esto no es un anacronismo), jugar al escondite con los Snowgies o contemplar la salida del sol. Sin duda, el episodio más flojo es "Sleep" en el que simplemente duerme apoyado en un árbol (aunque seguramente la idea era la de transmitir cierta sensación de paz, cosa que consigue, la verdad es que es un episodio tan anodino que, sea intencionado o no, no aparece en la lista de reproducción de la serie del canal de Walt Disney Animation Studios en YouTube). En cambio, otros episodios son genuinamente divertidos, como "Birthday" (no es la premisa más original del mundo, pero está muy bien ejecutada), "Doggies" (tampoco es especialmente original pero funciona bien) y, sobre todo, "Adventure". Este último seguramente sea el mejor de todos: construido en torno a un gag sencillo pero ingenioso y, sobre todo, muy bien planteado y desarrollado, es también es el episodio con más escenarios diferentes (7, aunque todos corresponden al Bosque Encantado), el único que sigue una narrativa no lineal (in media res, en este caso por motivos humorísticos) y además aparece Bruni (posiblemente la criatura más descaradamente adorable salida de un Clásico Animado Disney).
Aunque inicialmente la serie se iba a dejar en 20 episodios, se decidió añadir un último especial que cerrara esta obra de una forma algo más rotunda y emotiva (intentándolo al menos). Para ello, Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez (compositores habituales de las canciones de la franquicia) regresaron para componer la canción que da nombre a este episodio final, "I Am With You", agradable y poco más, acompaña a un montaje con fragmentos de distintas películas de Disney (como Alicia en el País de las Maravillas, Tarzán, Lilo & Stitch, Enredados, Zootrópolis, Merlín el Encantador, Tiana y el Sapo, La Dama y el Vagabundo, Vaiana, Rompe Ralph, Pocahontas, Dumbo, El Rey León, obviamente Frozen, y media docena más).
Como he dicho, las 6 primeras entregas fueron realizadas íntegramente por Osmond en el que fue su primer trabajo para Disney desde que dejara el estudio dos años antes. A partir de ahí se fueron sumando otros animadores (también trabajando desde casa y ya digo que esto es algo en lo que se insistió especialmente) hasta llegar a alrededor de una veintena, que se ocuparían de los restantes (Osmond continuó en el proyecto y animó otros dos episodios). El resultado del CGI es realmente bueno, sobre todo teniendo en cuenta que no sólo todo el staff trabajaba desde casa, ni la rapidez con la que se produjo, sino que las webseries animadas acostumbran a tener una calidad bastante baja en lo que a dibujo y animación se refiere. En este caso y a pesar de que los tres primeros episodios repiten escenario, los movimientos de cámara no abundan y generalmente los elementos del fondo, como la vegetación, presentan poca movilidad o se mueven en bucle (lo que a menos que se observe detenidamente apenas es perceptible), la animación es muy digna, y Olaf y los objetos y personajes con los que interactúa, muchas veces, parecen sacados de una de las películas.
(Sigue sin spoilers)
Efectivamente, este es uno de esos casos en los que la historia detrás de la creación de una obra es más interesante que la propia obra resultante: Osmond, que fue el supervisor de animación precisamente del personaje de Olaf en Frozen (también había trabajado en Bolt, Enredados, Zootrópolis y Vaiana) y había dejado Disney en 2018, ideó esta webserie cuyos primeros 6 episodios fueron animados por él mismo desde su casa. De igual forma, Josh Gad, voz de Olaf en todas las películas y cortometrajes de la franquicia, vuelve para poner voz al personaje (aunque pronuncia pocas palabras inteligibles), un trabajo que también hizo desde su vivienda (algo que se publicitó como forma de concienciar a la gente de que respetara las restricciones de movilidad e incluso que limitara sus movimientos donde no las hubiera).
Aunque llamativos, los peculiares detalles detrás de la creación de At Home With Olaf tampoco es algo que vaya a tener en cuenta (sólo lo comento porque me parece curioso), es decir, que si mi crítica parece demasiado benevolente con una obra tan simple no es ni por las dificultades en su producción ni por su simpático objetivo, sino porque 30-60 segundos no dan para contar mucho y menos aún si se trata de pequeños sketches infantiles sin más pretensiones. Y a pesar de ello el resultado no es malo (ni muy bueno, sino... meh), de hecho presenta un par de puntos dignos de ser comentados.
Al tratarse de una serie completamente improvisada, At Home With Olaf no sigue una línea argumental, sino que cada uno de los microepisodios (¿Esa palabra existe?) cuenta una brevísima historia sobre Olaf, el personaje sidekick de Frozen que ha alcanzado una gran popularidad entre los niños (insisto en que es a quienes va dirigida esta webserie, más que al fandom de Frozen o la protagonista habría sido Elsa, pero esta ni aparece, ni se la menciona, salvo por un cameo nímio). En cada entrega, Olaf realiza alguna actividad aleatoria, como bailar al son de la "Danza del Hada del Azúcar" de Tchaikovsky (perdono el anacronismo porque me encanta esta pieza), tocar "Old MacDonald Had a Farm" (otro anacronismo), cepillarse su único diente (no, aunque lo parece, esto no es un anacronismo), jugar al escondite con los Snowgies o contemplar la salida del sol. Sin duda, el episodio más flojo es "Sleep" en el que simplemente duerme apoyado en un árbol (aunque seguramente la idea era la de transmitir cierta sensación de paz, cosa que consigue, la verdad es que es un episodio tan anodino que, sea intencionado o no, no aparece en la lista de reproducción de la serie del canal de Walt Disney Animation Studios en YouTube). En cambio, otros episodios son genuinamente divertidos, como "Birthday" (no es la premisa más original del mundo, pero está muy bien ejecutada), "Doggies" (tampoco es especialmente original pero funciona bien) y, sobre todo, "Adventure". Este último seguramente sea el mejor de todos: construido en torno a un gag sencillo pero ingenioso y, sobre todo, muy bien planteado y desarrollado, es también es el episodio con más escenarios diferentes (7, aunque todos corresponden al Bosque Encantado), el único que sigue una narrativa no lineal (in media res, en este caso por motivos humorísticos) y además aparece Bruni (posiblemente la criatura más descaradamente adorable salida de un Clásico Animado Disney).
Aunque inicialmente la serie se iba a dejar en 20 episodios, se decidió añadir un último especial que cerrara esta obra de una forma algo más rotunda y emotiva (intentándolo al menos). Para ello, Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez (compositores habituales de las canciones de la franquicia) regresaron para componer la canción que da nombre a este episodio final, "I Am With You", agradable y poco más, acompaña a un montaje con fragmentos de distintas películas de Disney (como Alicia en el País de las Maravillas, Tarzán, Lilo & Stitch, Enredados, Zootrópolis, Merlín el Encantador, Tiana y el Sapo, La Dama y el Vagabundo, Vaiana, Rompe Ralph, Pocahontas, Dumbo, El Rey León, obviamente Frozen, y media docena más).
Como he dicho, las 6 primeras entregas fueron realizadas íntegramente por Osmond en el que fue su primer trabajo para Disney desde que dejara el estudio dos años antes. A partir de ahí se fueron sumando otros animadores (también trabajando desde casa y ya digo que esto es algo en lo que se insistió especialmente) hasta llegar a alrededor de una veintena, que se ocuparían de los restantes (Osmond continuó en el proyecto y animó otros dos episodios). El resultado del CGI es realmente bueno, sobre todo teniendo en cuenta que no sólo todo el staff trabajaba desde casa, ni la rapidez con la que se produjo, sino que las webseries animadas acostumbran a tener una calidad bastante baja en lo que a dibujo y animación se refiere. En este caso y a pesar de que los tres primeros episodios repiten escenario, los movimientos de cámara no abundan y generalmente los elementos del fondo, como la vegetación, presentan poca movilidad o se mueven en bucle (lo que a menos que se observe detenidamente apenas es perceptible), la animación es muy digna, y Olaf y los objetos y personajes con los que interactúa, muchas veces, parecen sacados de una de las películas.
(Sigue sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El asunto del acabado visual de At Home With Olaf no es desdeñable, pues la animación digital 3D resulta sumamente laboriosa, por mucho que tenga (erróneamente) fama de ser más fácil de hacer o más rápida que la tradicional, e incluso haya gente un pelín exagerada que asegure que el CGI está matando la animación (como si la animación limitada y barata de los años 60-80 o la animación flash de principios del siglo XXI fueran más meritorias o dieran un mejor resultado). Además, aparte de Olaf, también aparecen varios personajes secundarios de la franquicia, como los Snowgies y Bruni, e incluso hay algunos originales para estos miniepisodios, como los perros de "Doggies", varias ranas y algunos otros pequeños animales, lo que resulta bastante sorprendente dada la dificultad de crear nuevos personajes en tan poco tiempo (especialmente en el caso de los perros en los que hay que animar su pelo).
Por otra parte, conviene destacar el episodio 19,"Ice", porque es el único que no está realizado en CGI y muestra una estética muy de cartoon antiguo, con un diseño de Olaf algo horrendo que le da una mayor apariencia de bobalicón, pero también deja una pequeña muestra de cómo podría haberse visto la película original de Frozen si, como se planteó en un primer momento, se hubiera hecho con animación tradicional.
Por último sólo me resta reconocer el trabajo de Josh Gad, la voz de Olaf, de quien no he hecho ninguna mención en ninguna de las críticas de las películas y cortos de la franquicia. Esto se debe en parte a falta de espacio y en gran parte a que Olaf no es muy de mi agrado (en Frozen llegaba a molestar en algunas escenas y, si bien en Frozen II tenía algunos diálogos graciosos, como su teoría sobre las nuevas tecnologías, sus estimulantes charlas con la juventud o el remate del gag de Samantha, y su canción era notablemente mejor a la de la primera parte, también insistía en exceso con la tontería de la memoria del agua), sin embargo Gad deja siempre una actuación impecable. Incluso en esta serie en la que Olaf casi no tiene diálogo (o monólogo) y entre lo poco que dice no hay nada que destaque lo suficiente (al menos fuera de contexto) como para mantener mi costumbre de titular la crítica con una frase resultona de la obra en cuestión (además de que al no haber sido traducido y doblado, no hay nada de lo que me pueda quejar), Gad consigue imprimirle vida a un monigote que no podría estar más lejos de la realidad, hasta el punto de hacerlo creíble. No es poca cosa.
Sintetizando, At Home With Olaf es sencillamente una webserie imprevista que se ideó y produjo como un pequeño regalo para aquella generación de niños y niñas que se encontraron de repente sin poder salir a jugar, y se convirtió en un ejercicio de animación peculiar llevado a cabo por un pequeño grupo de animadores y con el trabajo vocal de un único actor trabajando desde sus domicilios; algo que seguramente sólo pueda entenderse en las extrañas circunstancias del momento en el que fue realizado y que, aunque no sea especialmente memorable, quedará para siempre como una simpática curiosidad que será recordada por el fandom de Frozen y dejará constancia de aquel momento en el que más de la mitad de la humanidad tuvo que quedarse en casa por un virus.
Aspectos positivos: La calidad del CGI es bastante buena, tanto en los movimientos como en la luz y texturas. Josh Gad siempre consigue hacer real a ese maldito muñeco digital. Varios de los episodios son verdadera e inesperadamente divertidos, y hay alguno que incluso sorprende por lo bien pensado y desarrollado que está. Aunque es básicamente autobombo Disney, el episodio final es bonito.
Aspectos negativos: Otros episodios, por el contrario, muestran a Olaf ocupándose de alguna actividad nada interesante y resultan completamente olvidables; y precisamente la existencia de los otros deja más en evidencia a estos.
Puntuación: 5
Por otra parte, conviene destacar el episodio 19,"Ice", porque es el único que no está realizado en CGI y muestra una estética muy de cartoon antiguo, con un diseño de Olaf algo horrendo que le da una mayor apariencia de bobalicón, pero también deja una pequeña muestra de cómo podría haberse visto la película original de Frozen si, como se planteó en un primer momento, se hubiera hecho con animación tradicional.
Por último sólo me resta reconocer el trabajo de Josh Gad, la voz de Olaf, de quien no he hecho ninguna mención en ninguna de las críticas de las películas y cortos de la franquicia. Esto se debe en parte a falta de espacio y en gran parte a que Olaf no es muy de mi agrado (en Frozen llegaba a molestar en algunas escenas y, si bien en Frozen II tenía algunos diálogos graciosos, como su teoría sobre las nuevas tecnologías, sus estimulantes charlas con la juventud o el remate del gag de Samantha, y su canción era notablemente mejor a la de la primera parte, también insistía en exceso con la tontería de la memoria del agua), sin embargo Gad deja siempre una actuación impecable. Incluso en esta serie en la que Olaf casi no tiene diálogo (o monólogo) y entre lo poco que dice no hay nada que destaque lo suficiente (al menos fuera de contexto) como para mantener mi costumbre de titular la crítica con una frase resultona de la obra en cuestión (además de que al no haber sido traducido y doblado, no hay nada de lo que me pueda quejar), Gad consigue imprimirle vida a un monigote que no podría estar más lejos de la realidad, hasta el punto de hacerlo creíble. No es poca cosa.
Sintetizando, At Home With Olaf es sencillamente una webserie imprevista que se ideó y produjo como un pequeño regalo para aquella generación de niños y niñas que se encontraron de repente sin poder salir a jugar, y se convirtió en un ejercicio de animación peculiar llevado a cabo por un pequeño grupo de animadores y con el trabajo vocal de un único actor trabajando desde sus domicilios; algo que seguramente sólo pueda entenderse en las extrañas circunstancias del momento en el que fue realizado y que, aunque no sea especialmente memorable, quedará para siempre como una simpática curiosidad que será recordada por el fandom de Frozen y dejará constancia de aquel momento en el que más de la mitad de la humanidad tuvo que quedarse en casa por un virus.
Aspectos positivos: La calidad del CGI es bastante buena, tanto en los movimientos como en la luz y texturas. Josh Gad siempre consigue hacer real a ese maldito muñeco digital. Varios de los episodios son verdadera e inesperadamente divertidos, y hay alguno que incluso sorprende por lo bien pensado y desarrollado que está. Aunque es básicamente autobombo Disney, el episodio final es bonito.
Aspectos negativos: Otros episodios, por el contrario, muestran a Olaf ocupándose de alguna actividad nada interesante y resultan completamente olvidables; y precisamente la existencia de los otros deja más en evidencia a estos.
Puntuación: 5