No he visto nada de Jean Renoir que no me parezca anticuado. Que me perdonen los puristas del gran cine. Desde mi juventud guardaba un entrañable recuerdo de "Esta tierra es mía" pero al volverla a ver, me ha parecido un panfleto trasnochado que desluce su apasionado mensaje. En "la bestia humana" da la sensación de que faltan piezas. Los personajes toman decisiones cuyas causas no se explican. Son tantas las situaciones que se dan por sobreentendidas que la única respuesta es el fatalismo trágico. Tal vez comportamientos que eran normales para el espectador de su época, en la actualidad necesitan explicarse mejor.

Cuando Renoir se olvida del melodrama la película florece como retrato costumbrista de honestidad casi documental. Esa locomotora furiosa, extensión del carácter atormentado de su maquinista, recorriendo frenética la campiña francesa. El rudo Jean Gabin en plena faena, alimentando la caldera, con hollín hasta las cejas y ese cigarrillo eterno en la comisura de los labios. Un naturalismo cuya verdad seguirá brillando en el futuro sin necesidad de explicaciones. Gabin, compacto como un tocón de roble, tiene aspecto de encajar los golpes de la vida sin pestañear y devolver algún derechazo sin dejar de fumar.