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Voto de edug:
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Aventuras. Acción
Durante la II Cruzada (1147-1149), el Capitán Trueno encuentra en las mazmorras de una fortaleza de Palestina a un cristiano moribundo llamado Juan de Ribera, que le encomienda la misión de llevarse a España un cáliz sagrado que según él es el Santo Grial, que fue robado a una orden religiosa milenaria. Trueno, sus inseparables amigos Crispín y Goliat y una princesa vikinga llamada Sigrid de Thule tendrán que hacer frente a un malvado ... [+]
18 de enero de 2017
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver la película no he podido resistir la tentación de escribir estas líneas. Y para sorpresa de propios y extraños estas, no sólo no van a ser negativas sino que voy a defender la película en varios aspectos.
La prensa ya ha dado buena cuenta de los problemas de producción que debió afrontar el filme. También han dejado constancia de la profesionalidad con la que Sergio Peris Mencheta defendió el proyecto, pese a los incumplimientos económicos y la campaña de descrédito iniciada y ampliada por el mismísimo director de la Academia de Cine. Comentarios negativos que no se han producido con auténticos “pestiños” como esa porquería de Rec y su lamentable saga o ese telefilme escabroso de Pa negre que han tenido todas las bendiciones y promoción pese a no superar en muchos campos al Capitán Trueno.
Las críticas de prensa incidieron en el tópico de que la producción es trasnochada, que no son tiempos para este tipo de filmes, que si simbolizan héroes de tiempos pasados ligados al franquismo, para acabar recurriendo en el tópico de que es una muestra de cartón piedra.
Lo que parece de otro tiempo son las anteojeras y la ignorancia de quienes eso escriben. El tebeo que no comic, original es la versión hispana del magnífico Príncipe Valiente y nuestro capitán es un paladín de la justicia que defiende a los oprimidos, (campesinos de todas las razas) la mayoría de las veces. Y con el escudo de la corona de Aragón cruzándole el pecho. Relacionar o descontextualizar esto al igual que su grito Santiago y cierra España muestran más las muchas carencias de los supuestos críticos que la de la obra. Los mismos que suelen utilizar erróneamente frases del Quijote pues no lo han entendió o que repiten una y otra vez los mismos convencionalismos mil veces leídos en otras ocasiones.
La película no es ni mucho menos redonda. El presupuesto que asciende a 10 millones y que le ha supuesto mil y unos improperios cuando no malintencionadas acusaciones, como también sucedió con la fracasada Sangre de Mayo de José Luis Garci, no excede en demasía al gasto de las pretendidas comedia de enredos bisexuales y moderneces varías que con tanto asiduidad ocupan un puesto inmerecido en nuestras carteleras
Sin embargo la película distrae y pese a momentos chirriantes que después comentaremos, se ve de un tirón. Su espíritu de relato infantil- juvenil y su aroma a tebeo de toda la vida, y a una lucha justa del bien contra mal perfuma un metraje considerable que sólo al final en un clímax mal resuelto decae.
Es curioso cómo a pesar de estar mejor desarrollado y facturada que la memez de águila roja no haya disfrutado siquiera de una parte de su grandísimo éxito.
Entremos en materia. Muchos de quienes la hemos visto, lo hemos hecho por el amor al tebeo y a los recuerdos que queríamos la película evocara. Estas expectativas nostálgico-infantiles han sido decepcionadas por la intrusión (no puede llamarse de otra manera) de un elemento fantástico inexistente en el tebeo original y muy mal desarrollado en la trama. Es sin duda su peor defecto.
Que al principio del filme se insinúen elementos sobrenaturales como un monstruo subterráneo con gran parecido por cierto con la planta caníbal de la tienda de los horrores ochentera para ser olvidado durante una hora de metraje hasta su reaparición no tiene ni final ni pies ni cabeza. Los pasajes de brujería son sonrojantes, ridículos y totalmente prescindibles con una Jennifer Rope que nadie sabe qué pinta por allí.
Los hombres de hierro con un aspecto muy cajacartonesco que aparecen como asesinos invencibles, y a los que ni siquiera Goliat puede dañar dejan de tener importancia y de salir en plano alguno en un final en que alguno se cae al suelo, y se acabo el asunto. Una línea de argumento, la fantástica realmente pobre y mediocre que es sin duda el mayor lastre de la película.
Del reparto que decir. El capitán de Peris Mencheta no podía estar mejor, aunque supera en mucho con su físico al original, más hecho a semejanza de los espadachines del Hollywood clásico que a un actor tan robusto. Cumple con creces y no desentona en los momentos de comedia. Otro que también revela un buen comportamiento ante las chanzas es el Goliat de nuestro campeón y artista Manolo Martínez que encarna con su tono socarrón y bobalicón al forzudo tal cual como lo imaginamos de niños.
Crispín y su tinte son tremendos. Es un Crispín con pelo de piolín chamuscado, más espabilado que el original, tan ágil como aquel para el que Adrian Lamana desarrolla con gracejo una simpática interpretación.
Sigrid, no es Elsa Pataky, y se agradece al ver a Natasha Yarovenko. Con esos preciosos ojos verdes, esa chulería cargada de antipatía eslava, y sus piernas, uno no atiende a las intrascendentes frases de guión, pues la suya es una actuación meramente física. De Ragnar ni se habla. Ella viene a ser una exiliada.
Los malos son de guardarropía. Ramón Langa presta su presencia a un malo que pasa por ahí, más concretamente al traidor que tiene haber en toda historia épica. El papel de antagonista se lo lleva Gary Piquer, actor fetiche de Juan Piquer Simón, que en cierta medida impregna de del espíritu de aquel pionero del cine fantástico español esta película. Realmente es un rol histriónico, incluso demasiado hasta para un filme juvenil.
El resto son personajes de relleno, con muchas caras conocidas que poco aportan a un apartado que tampoco necesita más. Pues nos hallamos ante un filme dirigido a un público infantil-juvenil que recibe la película con agrado.
El problema es y vuelvo a insistir en ello, la muy desacertada mezcla de géneros. Con la lucha del señor feudal que secuestra a la princesa y las barrabasadas varías del malo supuestamente carismático ya hubiéramos tenido bastante. Y con menos cambios de tono.
La prensa ya ha dado buena cuenta de los problemas de producción que debió afrontar el filme. También han dejado constancia de la profesionalidad con la que Sergio Peris Mencheta defendió el proyecto, pese a los incumplimientos económicos y la campaña de descrédito iniciada y ampliada por el mismísimo director de la Academia de Cine. Comentarios negativos que no se han producido con auténticos “pestiños” como esa porquería de Rec y su lamentable saga o ese telefilme escabroso de Pa negre que han tenido todas las bendiciones y promoción pese a no superar en muchos campos al Capitán Trueno.
Las críticas de prensa incidieron en el tópico de que la producción es trasnochada, que no son tiempos para este tipo de filmes, que si simbolizan héroes de tiempos pasados ligados al franquismo, para acabar recurriendo en el tópico de que es una muestra de cartón piedra.
Lo que parece de otro tiempo son las anteojeras y la ignorancia de quienes eso escriben. El tebeo que no comic, original es la versión hispana del magnífico Príncipe Valiente y nuestro capitán es un paladín de la justicia que defiende a los oprimidos, (campesinos de todas las razas) la mayoría de las veces. Y con el escudo de la corona de Aragón cruzándole el pecho. Relacionar o descontextualizar esto al igual que su grito Santiago y cierra España muestran más las muchas carencias de los supuestos críticos que la de la obra. Los mismos que suelen utilizar erróneamente frases del Quijote pues no lo han entendió o que repiten una y otra vez los mismos convencionalismos mil veces leídos en otras ocasiones.
La película no es ni mucho menos redonda. El presupuesto que asciende a 10 millones y que le ha supuesto mil y unos improperios cuando no malintencionadas acusaciones, como también sucedió con la fracasada Sangre de Mayo de José Luis Garci, no excede en demasía al gasto de las pretendidas comedia de enredos bisexuales y moderneces varías que con tanto asiduidad ocupan un puesto inmerecido en nuestras carteleras
Sin embargo la película distrae y pese a momentos chirriantes que después comentaremos, se ve de un tirón. Su espíritu de relato infantil- juvenil y su aroma a tebeo de toda la vida, y a una lucha justa del bien contra mal perfuma un metraje considerable que sólo al final en un clímax mal resuelto decae.
Es curioso cómo a pesar de estar mejor desarrollado y facturada que la memez de águila roja no haya disfrutado siquiera de una parte de su grandísimo éxito.
Entremos en materia. Muchos de quienes la hemos visto, lo hemos hecho por el amor al tebeo y a los recuerdos que queríamos la película evocara. Estas expectativas nostálgico-infantiles han sido decepcionadas por la intrusión (no puede llamarse de otra manera) de un elemento fantástico inexistente en el tebeo original y muy mal desarrollado en la trama. Es sin duda su peor defecto.
Que al principio del filme se insinúen elementos sobrenaturales como un monstruo subterráneo con gran parecido por cierto con la planta caníbal de la tienda de los horrores ochentera para ser olvidado durante una hora de metraje hasta su reaparición no tiene ni final ni pies ni cabeza. Los pasajes de brujería son sonrojantes, ridículos y totalmente prescindibles con una Jennifer Rope que nadie sabe qué pinta por allí.
Los hombres de hierro con un aspecto muy cajacartonesco que aparecen como asesinos invencibles, y a los que ni siquiera Goliat puede dañar dejan de tener importancia y de salir en plano alguno en un final en que alguno se cae al suelo, y se acabo el asunto. Una línea de argumento, la fantástica realmente pobre y mediocre que es sin duda el mayor lastre de la película.
Del reparto que decir. El capitán de Peris Mencheta no podía estar mejor, aunque supera en mucho con su físico al original, más hecho a semejanza de los espadachines del Hollywood clásico que a un actor tan robusto. Cumple con creces y no desentona en los momentos de comedia. Otro que también revela un buen comportamiento ante las chanzas es el Goliat de nuestro campeón y artista Manolo Martínez que encarna con su tono socarrón y bobalicón al forzudo tal cual como lo imaginamos de niños.
Crispín y su tinte son tremendos. Es un Crispín con pelo de piolín chamuscado, más espabilado que el original, tan ágil como aquel para el que Adrian Lamana desarrolla con gracejo una simpática interpretación.
Sigrid, no es Elsa Pataky, y se agradece al ver a Natasha Yarovenko. Con esos preciosos ojos verdes, esa chulería cargada de antipatía eslava, y sus piernas, uno no atiende a las intrascendentes frases de guión, pues la suya es una actuación meramente física. De Ragnar ni se habla. Ella viene a ser una exiliada.
Los malos son de guardarropía. Ramón Langa presta su presencia a un malo que pasa por ahí, más concretamente al traidor que tiene haber en toda historia épica. El papel de antagonista se lo lleva Gary Piquer, actor fetiche de Juan Piquer Simón, que en cierta medida impregna de del espíritu de aquel pionero del cine fantástico español esta película. Realmente es un rol histriónico, incluso demasiado hasta para un filme juvenil.
El resto son personajes de relleno, con muchas caras conocidas que poco aportan a un apartado que tampoco necesita más. Pues nos hallamos ante un filme dirigido a un público infantil-juvenil que recibe la película con agrado.
El problema es y vuelvo a insistir en ello, la muy desacertada mezcla de géneros. Con la lucha del señor feudal que secuestra a la princesa y las barrabasadas varías del malo supuestamente carismático ya hubiéramos tenido bastante. Y con menos cambios de tono.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Los amantes del tebeo agradeceremos un inicio con el capitán trueno en las Cruzadas, como en el primer número de la serie, el cariño del capitán hacia su espada, la glotonería de Goliat y su presentación entre forcejeos contra una montaña de guardias, y su posterior reacción a lo Bud Spencer, el inevitable capítulo del pueblo llano que sufre la injustica de los poderosos de negra alma y por encima de todo la secuencia final con los globos de Morgano, un elemento insustituible en el tebeo.
La entente entre musulmanes y cristianos como también sucedía en el tebeo con Trueno y el mismísimo Saladin es otro toque acertado, que depara ciertos momentos de épica y nobleza que traspiraban las páginas de Ambrós y Mora. El hijo del Visir encuentra una digna encarnación por el joven Asier Etxendia.
Sobre otros aspectos técnicos, decir que las localizaciones y la fotografía son acertadas y resultonas.
El vestuario peca de influencias ajenas y extra temporáneas. Las escenas de lucha son desiguales, mientras una de notan un indisimulado toque paródico, otras son sangrientas, y en muchas se echa de menos una mejor realización que Antonio Fernández no logra imprimir, cosa nada fácil en un género tan poco transitado en nuestro país.
El uso del lenguaje es apropiado, se nombra a Santiago, a Alá, al tragaldabas. Quizá falte alguna frase más tipo como Dios se apiade de su alma al morir el malo, u otras máximas moralizantes.
No obstante creo que hay que darle una oportunidad al filme, apartar tan infundados prejuicios y dejarse llevar por las correrías de nuestro héroe patrio. Y descubrir a los profanos que un español ya se hizo con el santo grial mucho antes que Indiana Jones, y que reposa en Valencia tras tanta aventura.
La entente entre musulmanes y cristianos como también sucedía en el tebeo con Trueno y el mismísimo Saladin es otro toque acertado, que depara ciertos momentos de épica y nobleza que traspiraban las páginas de Ambrós y Mora. El hijo del Visir encuentra una digna encarnación por el joven Asier Etxendia.
Sobre otros aspectos técnicos, decir que las localizaciones y la fotografía son acertadas y resultonas.
El vestuario peca de influencias ajenas y extra temporáneas. Las escenas de lucha son desiguales, mientras una de notan un indisimulado toque paródico, otras son sangrientas, y en muchas se echa de menos una mejor realización que Antonio Fernández no logra imprimir, cosa nada fácil en un género tan poco transitado en nuestro país.
El uso del lenguaje es apropiado, se nombra a Santiago, a Alá, al tragaldabas. Quizá falte alguna frase más tipo como Dios se apiade de su alma al morir el malo, u otras máximas moralizantes.
No obstante creo que hay que darle una oportunidad al filme, apartar tan infundados prejuicios y dejarse llevar por las correrías de nuestro héroe patrio. Y descubrir a los profanos que un español ya se hizo con el santo grial mucho antes que Indiana Jones, y que reposa en Valencia tras tanta aventura.