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Voto de Bloomsday:
8
7,8
14.164
14 de mayo de 2008
70 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía carcasa de western, la peli, Hayden llevaba la épica en el rostro marcada y Crawford las grietas de las pioneras. Allí danzaban revólveres, caballos, diligencias, miradas de pistoleros helados, penetrantes, sucios...
Pero entonces el color... ese TruColor de blusas amarillas y rojas, un efecto de la Republic que parece colorear los fotogramas con cobre fundido... No es un color pertinente, no encaja.
Ésa no es la luz del salvaje oeste, ése no es el vapor del ferrocarril.
Aparece Mercedes McCambridge y se cruza con Joan Crawford. Las observas, unidas son el fuego de la frustración, el odio y la venganza en un mármol de intenciones veladas, de represiones latentes que existirán o no según los ojos del espectador que mire. Esto no es un western, piensas, se pongan como se pongan. Y esas paredes de roca viva te dan la pista, paredes sin piel que buscan encajar personajes descarnados en una peli de interiores. Y más detalles como una simbología quizás excesiva para el oeste (el vestuario, el agua, el fuego...). En fin, tantas cosas.
Pero Johnny Guitar es un vaquero que quiere echar raíces a lo A. Mann, opondrán algunos, y sale el fordiano Ward Bond. Y "El bailarín" es el típico secundario del oeste, típico asesino que mata bravuconeando.
Los diálogos, pues, serán el argumento definitivo para echar por tierra las pretensiones de western que a esta cinta se le quieran atribuir. Diálogos de cine negro aderezados con la amargura vital de Ray (uno de los directores, insisto, más complejos e interesantes del Hollywood clásico). Y entonces ese color adquiere ya por fin su sentido. Un color forzado, enrarecido, que refleja lo irrespirable de las vidas de estos personajes.
Es una película extraña, finalmente, porque aglutina elementos del western, perfila personajes de inusitada y afilada introspección psicológica, lo funde con la más clásica de las tragedias, y nos lo sirve una vez pasado por el tamiz de las obsesiones personales de Nicholas Ray (la soledad, la incomprensión de los recuerdos...), director que, dicen, mantuvo una relación con la Crawford. Quizás esta peli, agazapada entre caballos, hable de eso de alguna manera.
Pegan algunos tiros también, añado.
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5 últimos apuntes, a modo esquema, para espectadores inquietos:
Pero entonces el color... ese TruColor de blusas amarillas y rojas, un efecto de la Republic que parece colorear los fotogramas con cobre fundido... No es un color pertinente, no encaja.
Ésa no es la luz del salvaje oeste, ése no es el vapor del ferrocarril.
Aparece Mercedes McCambridge y se cruza con Joan Crawford. Las observas, unidas son el fuego de la frustración, el odio y la venganza en un mármol de intenciones veladas, de represiones latentes que existirán o no según los ojos del espectador que mire. Esto no es un western, piensas, se pongan como se pongan. Y esas paredes de roca viva te dan la pista, paredes sin piel que buscan encajar personajes descarnados en una peli de interiores. Y más detalles como una simbología quizás excesiva para el oeste (el vestuario, el agua, el fuego...). En fin, tantas cosas.
Pero Johnny Guitar es un vaquero que quiere echar raíces a lo A. Mann, opondrán algunos, y sale el fordiano Ward Bond. Y "El bailarín" es el típico secundario del oeste, típico asesino que mata bravuconeando.
Los diálogos, pues, serán el argumento definitivo para echar por tierra las pretensiones de western que a esta cinta se le quieran atribuir. Diálogos de cine negro aderezados con la amargura vital de Ray (uno de los directores, insisto, más complejos e interesantes del Hollywood clásico). Y entonces ese color adquiere ya por fin su sentido. Un color forzado, enrarecido, que refleja lo irrespirable de las vidas de estos personajes.
Es una película extraña, finalmente, porque aglutina elementos del western, perfila personajes de inusitada y afilada introspección psicológica, lo funde con la más clásica de las tragedias, y nos lo sirve una vez pasado por el tamiz de las obsesiones personales de Nicholas Ray (la soledad, la incomprensión de los recuerdos...), director que, dicen, mantuvo una relación con la Crawford. Quizás esta peli, agazapada entre caballos, hable de eso de alguna manera.
Pegan algunos tiros también, añado.
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5 últimos apuntes, a modo esquema, para espectadores inquietos:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
- Denuncia solapada del, aseguran los expertos, macartismo y ese Hollywood vigilado.
- Influencia en la dirección artística de Frank Lloyd Wright.
- El discurso coherente y recurrente que incorpora un buen número de cintas de este director. Quizás esta peli y En un lugar solitario sean los casos más claros en que ese discurso aparece como auténtico leit motiv.
- El uso de un color oscurecido y del sonido. Del primero ya he hablado; del segundo sólo señalar su empleo, en esta cinta, como remache narrativo de primer nivel. La peli se mueve con unos efectos sonoros y una banda sonora que hacen avanzar las escenas muchas veces, no sólo las completan.
- Los diálogos... El ya señalado por otros usuarios... "miénteme, dime que me quieres". Y, por supuesto, "nunca le doy la mano a un pistolero zurdo". Y tantas otras líneas de guión que tratan de darnos la visión demente, desesperada y cínica que Ray tenía del mundo.
- Influencia en la dirección artística de Frank Lloyd Wright.
- El discurso coherente y recurrente que incorpora un buen número de cintas de este director. Quizás esta peli y En un lugar solitario sean los casos más claros en que ese discurso aparece como auténtico leit motiv.
- El uso de un color oscurecido y del sonido. Del primero ya he hablado; del segundo sólo señalar su empleo, en esta cinta, como remache narrativo de primer nivel. La peli se mueve con unos efectos sonoros y una banda sonora que hacen avanzar las escenas muchas veces, no sólo las completan.
- Los diálogos... El ya señalado por otros usuarios... "miénteme, dime que me quieres". Y, por supuesto, "nunca le doy la mano a un pistolero zurdo". Y tantas otras líneas de guión que tratan de darnos la visión demente, desesperada y cínica que Ray tenía del mundo.