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España España · Premià de Mar
Voto de Martí:
7
Thriller. Acción. Drama Dos jóvenes, El Niño y El Compi, han decidido ir a Gibraltar para introducirse en el mundo del narcotráfico. Riesgo, emociones y mucho dinero para quien sea capaz de llevar sin sobresaltos una lancha cargada de hachís que vuela sobre las olas. Jesús y Eva, dos agentes de la Policía antidroga, llevan años tratando de demostrar que la ruta del hachís es una de las principales vías de penetración de la cocaína en Europa. Su objetivo es El ... [+]
13 de septiembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablemos claro de una vez. Puede que el último trabajo de Daniel Monzón sea una de las propuestas más interesantes del cine español reciente, pero esto no implica que sea a la vez una de las mejores películas de la historia del cine español. Permítaseme el comentario, casi me da vergüenza que dicho título sea colocada al lado de joyas como Plácido, Viridiana, El espíritu de la colmena o El extraño viaje. De acuerdo, El niño es un film bien realizado y de tesis directa, decidido a plasmar realidades hasta hoy poco vistas en nuestro cine. Pero esto no implica que estemos, ni mucho menos, ante una obra maestra. De hecho, ni siquiera creo que el director de Celda 211 tuviera en mente, mientras trabajaba en su proyecto, situarse al lado de los grandes; sino sencillamente hablar de un tema que pedía a gritos ser radiografiado y, a partir de ahí, hacer su trabajo lo mejor posible. Bien, si nos sentamos a visionar El niño entendiendo dicho producto como todo lo mencionado, y no como la obra maestra indiscutible que críticos y entendisos nos han estado vendiendo, tal vez disfrutemos de un ejercicio entretenido y a ratos bien resuelto que no molesta en absoluto de ver.

Empecemos por lo bueno. En primer lugar, están las brillantes interpretaciones de Luis Tosar y Eduard Fernández, actores que en los últimos años han logrado situarse en el terreno de lo más exquisito del arte dramático español. Su trabajo se encuentra en perfecta sintonía con la planificación de Monzón, cubriendo todas las necesidades que el director necesita para retratar sus personajes y llegando incluso a tapar ciertas brechas de un guión a ratos imperfecto. Tenemos también las brillantes secuencias de persecución en alta mar, buenas tanto por la eficaz dirección de Monzón como por la exquisita interacción (plagada de suculentos diálogos) entre los tres personajes que van a bordo del helicóptero. Otro aspecto positivo de la película es la elegancia con que deja a un lado posibles juicios morales, tanto en lo que concierne a la policía como al vandalismo juvenil, mostrando cada acto y decisión con absoluta objetividad, sin alabarlos ni tampoco condenarlos. Es decir, se observa en este trabajo una sólida conciencia sobre cuál es el tema principal, y a partir de ahí se esquiva todo tipo de complemento innecesario que no esté al servicio de la tesis.

Y ahora lo no tan bueno. Es evidente que los guionistas han planteado su trabajo como un relato esquematizado mediante de los clásicos tres actos dramaturgos, plagado de elementos convencionales propios del manido blockbuster americano. Ello implica meter en la trama conceptos universales cómo la amistad, el amor y la traición. Referente a lo segundo, la aventura romántica que comparten el personaje apodado El Niño (protagonista de la película) y Amina (hermana de Halil, “compañero de trabajo” del primero) resulta tan prefabricada como poco creíble. Un bache en la historia al que no ayuda en absoluto la mediocre interpretación de los actores; uno excesivamente pasivo y el otro claramente “malo”. Poco naturales resultan también las escenas pretendidamente tensas, en las que el Niño debe encararse a los “malos de la película” para demostrar no tenerles miedo (momento en el que topamos de nuevo con la insuficiente interpretación del actor). Detalles como este (algunos demasiado evidentes) impiden que dejemos de ver la película como lo que es en realidad: un pasatiempo bien resuelto pero prácticamente carente de profundidad.

Lo que nos lleva a concluir que el último trabajo de Monzón reúne los elementos necesarios para convertirse en un ejercicio de entretenimiento eficaz e incluso en una propuesta hasta cierto punto novedosa… y poco más. Pues la mirada objetiva del director actúa las veces como ventaja y desventaja: por una parte nos invita a pensar que su discurso podría resumirse en la frase “los hechos están ahí y no deben ser ignorados; para buscar culpables, pregunten a otro”; pero por otra puede entenderse también como una falta de profundidad en la denuncia, corriendo el peligro de convertir al producto en un mero e insubstancial pasatiempos.

http://cinemaspotting.org/2014/09/13/el-nino-daniel-monzon/
Martí
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