Subvencionada a través de un crowdfunding mediante el cual los donantes pudieron decidir que querían ver en la película, Rob Zombie regresa al cine de terror con su iconografía intacta pero sin la fuerza habitual de sus imágenes, resultando una propuesta entretenida pero sin la violencia salvaje y el aire malsano que le caracteriza.

Tras un prólogo en blanco y negro que termina siendo lo mejor del filme, éste deriva a un compendio de personajes y situaciones ya vistas con anterioridad pero sin lograr, en esta ocasión, que empaticemos ni con víctimas ni con verdugos y donde comienza a jugar en su contra la eterna participación de su esposa, haciendo que sepamos de antemano quién será la final girl.

Un barato entretenimiento que no aporta nada a la filmografía de Zombie, ni a sus muchos seguidores.

Más críticas y crónicas de SITGES 2016 en http://hambredecine.com