Quizás cometí un error de juicio al ver la primera mitad de la película. La expectativa fue la que se tiene cuando se ve una película de zombies, el tipo de relato que te interpela haciendo que te preguntes cómo actuarías si te encontraras en una situación dada: "yo conseguiría armas", "yo me pondría en movimiento de inmediato", "yo esperaría por ayuda", etc. Son películas muy entretenidas no por lo que te muestran, sino por el estímulo imaginativo que implican, sobre todo cuando la miras en compañía de otros engendros tan ociosos como tú. Bueno, ésta no era tal clase de película. No se trata del hombre común en la situación extraordinaria. No hay hombre común. Es que en The divide nadie se comporta de una forma verosímil, las reacciones de los personajes no eran comprensibles. Si encierras a un hombre o una rata en una trampa, su mayor empeño será puesto siempre en escapar. Estos críos se resignan con una rapidez sorprendente a su suerte y muestran una aún más sorprendente poca curiosidad por lo que está ocurriendo en su entorno... Definitivamente no era un estudio de lo que le pasa a la gente común y corriente en situaciones límite. Comencé a verla con la actitud equivocada y fue atroz. Ése fue mi error de juicio.
Se trata, en realidad, de una especie de parábola o de una alegoría del tipo: el mundo es un búnker del que no hay escapatoria, hemos sido encerrados ahí por un designio inescrutable, sólo queda abusar de los débiles y las mujeres; si sales a la superficie no hay nada...
En el arte hay pocos recursos más cargantes y pretenciosos que la alegoría (ah, sí, la chica se llama Eva), en el presente caso todo la situación es tan guarra, miserable e irrespetuosa hacia la inteligencia del público que el resultado es desesperanzado e intragable.
Quiero mi película de zombies.