¿Qué hace que valga la pena ver una peli? Que sea entretenida. Y punto. Algo básico pero que a veces se pasa por alto en pos a contar una historia o a recrearse en lo bueno que es uno como director. Guillermo del Toro tiene un nombre y lo sabe, pero lo mejor de él es que no se deja apabullar por quien se supone que es y es capaz de sacarse de la manga (o del manga) algo tan trivial y a la vez tan fascinante como Pacific Rim.
Dependiendo de nuestra edad habremos crecido con unos personajes u otros pero a todos nos sonará Mazinger Z. Esta serie, sin ser la primera, comprime todo lo que cabe esperar de un robot gigante y ha servido de inspiración a muchos otros. Hasta hace poco los Mechas (género japones sobre robots tripulados ) no existían para el gran público más allá de aquel viejo programa de televisión. Hemos visto la trilogía de Transformers pero no eran máquinas pilotadas. Lo poco que había sobre el tema eran producciones casposas y cutres hasta decir basta y quedaban para una minoría muy fanática. Del Toro ha desempolvado su niñez y ha creado una película que vale la pena ver, entretenidísima, casi una serie b con presupuesto donde lo que no es acción es secundario. Una vez aceptamos el absurdo planteamiento inicial todo encaja a la perfección en esta cinta y su lógica hace que sea verosímil lo cual ayuda a enganchar al espectador. Explicaciones, las justas y necesarias. Las historias personales, sencillas y cortas. ¿El amor? Dejémoslo a un lado. Hemos venido a ver robots de ochenta metros darse de leches contra monstruos gigantes. Y a eso vamos. Con un ritmo endiabladamente rápido y unas pausas perfectamente medidas y aprovechadas, Pacific Rim es la película de robots que estabas esperando. Vete al cine y pasa de verla en tu ordenador o en la tele de casa. No te dejes engañar pensando que es otra patochada más porque merece la pena maravillarse con los colosos de Del Toro y pasar dos horas y diez minutos tan divertidos que cuando se enciendan las luces se te habrán hecho demasido cortos.