Haz click aquí para copiar la URL
Voto de el pastor de la polvorosa:
7
Drama Estados Unidos, años 30. En plena Depresión económica, John y Mary, una pareja joven que vive abrumada por las deudas y el desempleo, abandona la ciudad y se establece en una granja abandonada. A pesar de la inexperiencia de John, deciden explotarla. Y este proyecto se hará realidad a medida que vayan llegando a la finca personas de los más diversos oficios que huyen de la miseria urbana. El resultado es la creación de una cooperativa ... [+]
26 de noviembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que se dice inspirada en los “titulares de hoy en día”, y que se inicia con un desahucio (en que el agente inmobiliario sube canturreando a la casa que debe desalojar), puede llamarnos aún hoy la atención en su faceta de reportaje, para ver en qué medida los ciclos de la historia guardan semejanzas y diferencias.

El pan nuestro de cada día sigue a la pareja formada por John y Mary Sims seis años después de su primera aparición en The crowd (Y el mundo marcha...), encarnados por distintos actores y con algunas de sus circunstancias variadas libremente, sin explicaciones.

La película describe las consecuencias de la crisis del 29 en la sociedad americana, pero también, de forma didáctica y constructiva, intenta aportar una vía de solución. Ese mismo planteamiento, unido a los cambios del tiempo, la hace culpable en muchos momentos de esquematismo e ingenuidad, que se ven compensados, en cierta medida, por su carácter airoso y decidido: tan lejos de los hombres de negro como de los indignados quejosos de hoy, King Vidor parece casi un romántico caballero andante de otros tiempos; como Don Quijote o Scarlett O'Hara, su película plantea el retorno a la edad de oro a través de la vuelta a la tierra, una corriente entonces en boga.

Ingenuidad no es sinónimo de ceguera: existen sombras, mostradas o aludidas, en la comunidad arcádica cuya construcción narra la película, y el protagonista tiene, en un momento dado, la tentación de volver a los delirios de grandeza de su juventud (a través de la tentación sexual encarnada en una rubia al estilo de Jean Harlow).

Frente a The crowd, El pan nuestro de cada día parece, paradójicamente, más antigua: las interpretaciones son más genéricas y planas, y no transmiten la sensación de autenticidad de su antecesora; el paso del tiempo no le ha aportado una pátina o encanto adicional, solamente antigüedad.

Frente al equilibrio entre la historia íntima y la colectiva en aquella película, El pan nuestro de cada día decae en los momentos líricos, y sólo levanta el vuelo en los épicos -en especial la escena final, en la que Vidor parece recuperar su genio de años atrás, en imágenes rápidas y vibrantes que expresan el esfuerzo, la entrega y, en último término, la alegría, de forma memorable: ellas hacen que la película merezca verse aún, más allá de la curiosidad histórica.
el pastor de la polvorosa
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow