Todas las grandes sagas del cine tienen sus borrones, esa película que nos hace valorar lo bueno de otra manera, como sería el caso de "Indiana Jones y la Calavera de Crista", "El Ataque de los Clones", "Rocky V" o el "El Padrino 3", por ejemplo. "Misión Imposible II" no es solo una más, también es seguramente la peor dentro de semejante selecto reparto.

A finales de los 90 Tom Cruise era el centro consagrado de Hollywood, no sólo por interpretaciones carismáticas en comedias románticas, también como un versátil actor que destacaba sobre todo en las escenas de acción, por su propia iniciativa personal de aversión al riesgo, que roza la locura, y por su pasión y entrega a los papeles que interpretaba. Sumando todo esto, había un estudio detrás dispuesto a decirle que sí a todo, seguros de que la marca Tom Cruise vendía por sí sola, como ese entrenador de fútbol que lo fía todo a un jugador especialmente hábil. Contrataron a John Woo para el proyecto, que resulta que quería hacer una película de acción romántica, con un triángulo amoroso como eje central de la trama... Todo el mundo dijo que sí a todo, y como resultado tenemos una película que es 90% un absoluto desastre, que columpia sin intención ni propósito entre lo ofensivo y lo hilarante, y un 10%, que se reduce básicamente a una escena, genuinamente brillante.

Es duro para un fan de la saga ver esta película, para empezar porque el protagonista no es Ethan Hunt, es Tom Cruise, haciendo de Tom Cruise, en la película de, para, y por, Tom Cruise. Ethan Hunt es interesante porque es ingenioso ante situaciones complicadas, que ponen su vida en serio peligro; por su parte en Misión Imposible II, Tom Cruise interpreta a Tom Cruise, y su personaje va siempre un paso por delante, incluso de gente que ni conoce, que con su sonrisa americana ya consigue que todas las tías lo adoren y los tíos lo envidien, que se mueve por las escenas de acción mejor que Neo en Matrix, que tiene una conexión extrasensorial con las palomas para enviar mensajes simbólicos e irónicamente contradictorios, de paz en un ambiente de sangre y destrucción creado por él mismo, que no tiene miedo a nada, que sonríe a la muerte cuando, innecesariamente, se ve en lo alto de un escarpado acantilado, sin más ayuda que sus músculos de acero y su actitud rebelde que le impide decirle a sus superiores dónde se va de vacaciones, porque , citando a la película, "si les dijese a dónde a ido, no serían vacaciones"... Un personaje que ralentiza el tiempo a conveniencia gracias a una cámara lenta que intenta meter seriedad, en una historia ya de por sí tediosa y forzada. Que reduce al resto de su equipo a chóferes que esperan sentados a que el ego de Tom Cruise hecho carne y hueso, haga el trabajo.

Dicho todo esto, hay un 10% de la película que es muy bueno, tanto que la saga pudo marcar un camino a seguir, se redimió de sus pecados, que fueron muchos y variados en Misión Imposible II, y pudo seguir adelante para nunca mirar atrás. Ese 10% se trata de una persecución con una moto, con el propio Cruise haciendo cada una de las locuras que aparecen en pantalla, no hay doble, es él de verdad; Woo y Cruise dando lo mejor de sí, pero en el buen sentido, hay realismo, velocidad, disparos, explosiones, acrobacias espectaculares, buena banda sonora, todo funciona en esta persecución, quitando la habilidad de Tom Cruise de convocar la cámara lenta a conveniencia.

Una fase experimental, en eso podría resumirse esta película. La primera entrega de la saga fue un éxito en taquilla y la premisa de la secuela fue jugar sobre seguro aprovechando el tirón que tenía Cruise en aquel momento. Una apuesta que por poco entierra la saga para los fans, se ganó dos nominaciones a los premios Razzie como peor actriz secundaria y peor remake. Un borrón en el historial de una de las mejores sagas del cine y es lo que tienen las sagas, no todas pueden ser buenas, le pasa las mejores familias.