El horror adquiere una nueva dimensión.
Podríamos obviar la ausencia de guión, o de ideas originales, o de realización en condiciones. También podríamos obviar el maniqueísmo obsceno, arma de doble filo con efecto boomerang, debido al bromista paso del tiempo. Y por qué no, podríamos obviar la violencia gratuíta, ya puestos. Pero el enfrentamiento final de un helicóptero con un tanque, vamos, es el broche de oro perfecto a tanta estulticia.

AVISO: Cualquier parecido con cine real es pura coincidencia.