Una alegre comedia que muestra la imagen que en aquellos años previos al desarrollo tenían de los españoles en el extranjero. Aquí se idealiza todo en una trama romántica sin grandes pretensiones. De hecho una de las chicas dice "prometo no enamorarme" y la otra le contesta "yo no prometo tonterías". También se juega con los tópicos más españoles porque en un momento dado Tony Leblanc dice "todos los españoles somos toreros". Es un producto colorista interpretado sin demasiada gracia por sus protagonistas pero visualmente ameno por los bellos exteriores donde suceden las anécdotas. Hay que destacar también la belleza de líneas del automóvil que conducen las dos protagonistas y la técnica empleada para las escenas de los sanfermines. Es curioso que junto a Dibildos participara en el guión Jesús Franco, el cineasta más prolífico de la industria española. Con sus altibajos y todo es una de las mejores comedias de Pedro Lazaga superando desde luego a las que filmó con Pedro Masó como productor.