Una de las películas más fascinantes de Hitchcock y una cinta de la que ya se ha dicho todo. Se basa en una obra teatral en la que se le daba importancia al hecho de que la joven pareja de asesinos protagonistas fuesen homosexuales mientras que en la versión cinematográfica esto fue pasado por alto. La técnica audaz aplicada al proyecto es lo de menos aunque se le reconozca el mérito porque lo importante está en los diálogos. La estructura teatral se respeta al máximo y la cinta resulta muy ágil narrativamente porque todo está medido con una elegancia que hace que no haya un solo plano que sobre o que falte. Hitchcock aprovecha de forma prodigiosa el espacio cinematográfico del que dispone y los diálogos en los que se discute sobre el tema del crimen perfecto hacen pensar al espectador, mentándose en ellos al innombrable Hitler como ejemplo de asesino vulgar y sin cerebro. Lo que perjudica el resultado de esta elegante película son las ingenuidades que encontramos en un guión irregular que alterna esa brillantez de la que hablaba antes con ciertos brotes ingenuos. La interpretación es bastante convincente aunque el personaje de James Stewart resulta demasiado ambiguo. La ambientación fascina con ese ático maravilloso y esas ventanas abiertas que están asi hasta que por precaución tienen que echar las cortinas y que de una manera tímida pero evidente producen una cierta inquietud aunque sólo veamos rascacielos de fondo. Sigo en el spoiler.