Bill Murray, cincuentón, y su cara de nada que lo dice todo. Scarlett Johansson, tan joven, bellísima y abandonada por su pareja, un fotógrafo que anda por ahí haciendo su trabajo (y parece que algunas cositas mas). Los dos en sus respectivas habitaciones de un hotel en Tokio, lejos de sus afectos y su cultura, preguntándose qué cuernos hacen allí. Se encuentran en el bar del hotel, en el ascensor. Conversan, se hacen amigos.. salen a enfrentarse con esa ciudad rara y gigantesca. El guion es simple, tan simple que el resto lo hacen los protagonistas. Y lo hacen maravillosamente bien. Las imágenes nocturnas de Tokio, de su gente un poco loca, las luces de neón, los video-juegos, la soledad de todos en medio de la multitud. Todo tan bien contado que es un lujo. Y un final tal vez triste, tal vez esperanzado, librado "al gusto del consumidor"