Emotiva y tierna película dirigida por el gran Francis Ford Coppola ( trilogía de El padrino) y protagonizada por el inolvidable Robin Williams (Hook, Insomnio, Jumanji o El indomable Will Hunting) que no es un gran trabajo cinematográfico, pero sí un decente entretenimiento que por momentos consigue involucrar al espectador mediante situaciones de auténtico drama. La cinta es una especie de mezcla entre la comedia y el drama, aunque suene raro en un principio por ser géneros opuestos. Aunque es cierto que la proyección cuenta con partes buenas, también hay que decir que otras no lo son tanto y debido a eso el filme no termina nunca de funcionar del todo, lo cual es una lástima, pues no tengo ninguna duda de que sin la presencia de ciertas escenas infantiles la historia habría seguido un rumbo más correcto. Aun así debo destacar la buena dirección de Coppola y por supuesto la gran interpretación de Williams. El segundo demuestra que era el actor idóneo para este papel. El guion no saca todo el potencial del relato a mi parecer, tiene más aciertos que errores, pero se queda a medio camino. El personaje de Jennifer Lopez está muy desaprovechado. Apenas aparece cuando debería de haber tenido más secuencias con el protagonista. Lo positivo de la historia radica en el mensaje que esta transmite con la extraña enfermedad de Jack, ya que nos dice sin tapujos que la vida pasa en un abrir y cerrar de ojos y cuando nos damos cuenta somos mayores. La fugacidad de la vida es irremediable y por eso hay que disfrutar cada instante de nuestra existencia como si fuera el último.