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Voto de Wiispr:
6
7,6
5.839
Drama
Una familia contrata a Ana Sullivan para educar a Helen, una niña sorda y ciega. Un trauma infantil, un oscuro complejo de culpa, por la muerte de su hermano, impulsa a la maestra a redimirse mediante la educación de la niña. La incompetencia y la negligencia de los padres han hecho de Helen una niña mimada, incapaz de someterse a ninguna disciplina, y con la que toda comunicación parece imposible. La adolescente vive aislada en un ... [+]
2 de mayo de 2022
Sé el primero en valorar esta crítica
¿Puedo serles sinceros? Llegué a este film con altísimas expectativas, un tanto por la historia en la que se basa, otro por varias criticas leídas aquí y bueno, aporté mi cuota por la fascinación que tengo sobre relatos acerca de educadores y personas que logran sobreponerse a las dificultades mas adversas. La película no podía fallar. Y falló. Pero al mismo tiempo no.
Desde la ejecución algo tosca, entiendo en parte porque la actuación de los 60 es muy diferente a la que conocemos hoy en día. El espectro pasó de la expresividad a veces irreal a la sutileza por momentos inaguantable. También cierta superficialidad en varios de los personajes, que mas que arquetipos se volvían estereotipos: el padre cuadrado, la madre sobreprotectora, la tía anticuada y el hermano insoportable. Incluso la historia, un poco condicionado por lo dicho en el primer párrafo, me terminó quedando algo renga. Me atrapó por completo pero increíblemente, me quedó corta. Como si hubiese presenciado un gran capitulo de este exhaustivo proceso...pero un capitulo al fin.
Dicho esto no puedo dejar pasar lo absorbente de la historia y creo que termina pesando mucho mas que un diálogo vacío o una sobreactuación o un lugar común. No hablé aún del dúo protagónico (Anna y Helen), porque en ellas radica la magia que transmite este film. Los terrores de la sordoceguera son inaguantables y sentimos la desesperación de Helen, como también la impotencia de Anna de no poder dar con la llave (gran juego pictórico/simbólico pone de manifiesto el film) para poder abrir esa alma impenetrable de una niña que vive encerrada en oscuridad y silencio sin poder comunicarse.
En esta película hay mucho, incluso mas que lo que trate de describir.
Esta la condición humana: el lenguaje como trampolín de lo salvaje hacia lo civilizado. La educación en la transmisión de conocimiento hasta las herramientas para acercarse a quien queremos enseñar y cual es la mejor forma para hacerlo. Invita a la reflexión, porque en esta película la dificultad es evidente y es rápidamente identificada para poder planificar la mejor estrategia con la cual poder disciplinar al otro, luego poder comunicarse y finalmente, enseñarle. Pero bien Helen, podrían ser miles de niños y adultos, ansiosos por conocer y aprender o frustrados por creerse incapaces o incomprendidos por los demás, incluso por ellos mismos. Muchas veces el problema de que eso no suceda no es exclusivo del que necesita aprender, sino también del que enseña. Es necesario que a las personas que les encomendemos el rol de educar, sepan hacerlo. Tienen en su manos un poder muy valioso y al mismo tiempo, frágil. No basta con saber sobre el tema en el que se especialicen: la docencia no es contarle a otro todo lo que sabes, sino saber como hacérselo comprender. La docencia es vocación. Como la que derrocha Anna a cada minuto del film. La docencia es perseverancia, es tenacidad y muchas veces paciencia. Y también es disciplina. Porque no solo se enseña a leer, a hacer cuentas o a dibujar, sino también a respetar al otro. En este film se libran muchas batallas, algunas de tamaña profundidad que esconden muchos de los dilemas que tenemos nosotros los seres humanos a la hora de cumplir distintos roles en esta sociedad: el del padre, el de madre, el de hermano, el de hijo, el de profesor, el de alumno, el de ciudadano, el de hombre, el de mujer, etc...
"The Miracle Worker" es poderosa en lo que siembra tras su visionado. Es tosca técnicamente, argumentalmente por momentos simplista (personajes que cambian rotundamente de parecer de una escena a otra, elipsis algo confusas que en pos de recortar plazos, no conectan bien algunas progresiones) pero narrativa y emocionalmente te lleva de la mano a momentos que difícilmente se vayan pronto de mi retina, mi oído y en especial, de mi piel.
Desde la ejecución algo tosca, entiendo en parte porque la actuación de los 60 es muy diferente a la que conocemos hoy en día. El espectro pasó de la expresividad a veces irreal a la sutileza por momentos inaguantable. También cierta superficialidad en varios de los personajes, que mas que arquetipos se volvían estereotipos: el padre cuadrado, la madre sobreprotectora, la tía anticuada y el hermano insoportable. Incluso la historia, un poco condicionado por lo dicho en el primer párrafo, me terminó quedando algo renga. Me atrapó por completo pero increíblemente, me quedó corta. Como si hubiese presenciado un gran capitulo de este exhaustivo proceso...pero un capitulo al fin.
Dicho esto no puedo dejar pasar lo absorbente de la historia y creo que termina pesando mucho mas que un diálogo vacío o una sobreactuación o un lugar común. No hablé aún del dúo protagónico (Anna y Helen), porque en ellas radica la magia que transmite este film. Los terrores de la sordoceguera son inaguantables y sentimos la desesperación de Helen, como también la impotencia de Anna de no poder dar con la llave (gran juego pictórico/simbólico pone de manifiesto el film) para poder abrir esa alma impenetrable de una niña que vive encerrada en oscuridad y silencio sin poder comunicarse.
En esta película hay mucho, incluso mas que lo que trate de describir.
Esta la condición humana: el lenguaje como trampolín de lo salvaje hacia lo civilizado. La educación en la transmisión de conocimiento hasta las herramientas para acercarse a quien queremos enseñar y cual es la mejor forma para hacerlo. Invita a la reflexión, porque en esta película la dificultad es evidente y es rápidamente identificada para poder planificar la mejor estrategia con la cual poder disciplinar al otro, luego poder comunicarse y finalmente, enseñarle. Pero bien Helen, podrían ser miles de niños y adultos, ansiosos por conocer y aprender o frustrados por creerse incapaces o incomprendidos por los demás, incluso por ellos mismos. Muchas veces el problema de que eso no suceda no es exclusivo del que necesita aprender, sino también del que enseña. Es necesario que a las personas que les encomendemos el rol de educar, sepan hacerlo. Tienen en su manos un poder muy valioso y al mismo tiempo, frágil. No basta con saber sobre el tema en el que se especialicen: la docencia no es contarle a otro todo lo que sabes, sino saber como hacérselo comprender. La docencia es vocación. Como la que derrocha Anna a cada minuto del film. La docencia es perseverancia, es tenacidad y muchas veces paciencia. Y también es disciplina. Porque no solo se enseña a leer, a hacer cuentas o a dibujar, sino también a respetar al otro. En este film se libran muchas batallas, algunas de tamaña profundidad que esconden muchos de los dilemas que tenemos nosotros los seres humanos a la hora de cumplir distintos roles en esta sociedad: el del padre, el de madre, el de hermano, el de hijo, el de profesor, el de alumno, el de ciudadano, el de hombre, el de mujer, etc...
"The Miracle Worker" es poderosa en lo que siembra tras su visionado. Es tosca técnicamente, argumentalmente por momentos simplista (personajes que cambian rotundamente de parecer de una escena a otra, elipsis algo confusas que en pos de recortar plazos, no conectan bien algunas progresiones) pero narrativa y emocionalmente te lleva de la mano a momentos que difícilmente se vayan pronto de mi retina, mi oído y en especial, de mi piel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Hay escenas que me quiero guardar:
Ambas situaciones durante la comida. La primera que transcurre en un desayuno donde vemos a Helen tomar indiscriminadamente de los platos de su familia, como un animal voraz y desesperado, ante la atenta mirada de Anna quien observa no solo su comportamiento irrespetuoso sino la normalización de ese mal hábito por parte de sus padres y hermano. Y como eso desencadena en un enfrentamiento agotador entre ellas para lograr algo aparentemente tan simple como sentarse a comer su desayuno con el cubierto correspondiente. Esto termina con una servilleta doblada que permite establecer un punto de anclaje desde el cual poder empezar a dejar atrás a esa niña que creció entre algodones y se convirtió en un ser salvaje e incomprendido.
La segunda, cuando luego de ese retiro por 2 semanas en el que lograron avanzar en el tema de la disciplina y la comunicación, Helen decide medir a su familia y a Anna frente a ellos. Impresionante climax que se cocina a fuego lento y como con un gesto tan mínimo, decir tanto. Gran aporte de cada actor en esa escena. Ahí está todo. La madre que se desvive por su hija pero que la ignorancia no le permite ver que la sobreprotección no es el camino, el padre que no puede aceptar que algo escape a su poder patriarcal, el conservadurismo de la tía que aviva la llama al pinchar a los padres y desacreditar a Anna. La soga que se tensa y ella sostiene hasta las últimas consecuencias porque la titánica tarea de sacar de la oscuridad y el silencio a Helen podía quedar esparcida por el piso al igual que esa servilleta (otro símbolo, que en la primera escena es el objeto culmine de haber superado una etapa...en esta podía ser el que la derrumbara). Mención aparte para el hermano que ese rol burlon, poco creíble y se enfrenta de una vez a su padre para hacerle entender que podían llevar a la ruina a su hermana si seguían actuando de la manera que lo hacían. Impresionante escena. Incómoda y necesaria.
Ambas situaciones durante la comida. La primera que transcurre en un desayuno donde vemos a Helen tomar indiscriminadamente de los platos de su familia, como un animal voraz y desesperado, ante la atenta mirada de Anna quien observa no solo su comportamiento irrespetuoso sino la normalización de ese mal hábito por parte de sus padres y hermano. Y como eso desencadena en un enfrentamiento agotador entre ellas para lograr algo aparentemente tan simple como sentarse a comer su desayuno con el cubierto correspondiente. Esto termina con una servilleta doblada que permite establecer un punto de anclaje desde el cual poder empezar a dejar atrás a esa niña que creció entre algodones y se convirtió en un ser salvaje e incomprendido.
La segunda, cuando luego de ese retiro por 2 semanas en el que lograron avanzar en el tema de la disciplina y la comunicación, Helen decide medir a su familia y a Anna frente a ellos. Impresionante climax que se cocina a fuego lento y como con un gesto tan mínimo, decir tanto. Gran aporte de cada actor en esa escena. Ahí está todo. La madre que se desvive por su hija pero que la ignorancia no le permite ver que la sobreprotección no es el camino, el padre que no puede aceptar que algo escape a su poder patriarcal, el conservadurismo de la tía que aviva la llama al pinchar a los padres y desacreditar a Anna. La soga que se tensa y ella sostiene hasta las últimas consecuencias porque la titánica tarea de sacar de la oscuridad y el silencio a Helen podía quedar esparcida por el piso al igual que esa servilleta (otro símbolo, que en la primera escena es el objeto culmine de haber superado una etapa...en esta podía ser el que la derrumbara). Mención aparte para el hermano que ese rol burlon, poco creíble y se enfrenta de una vez a su padre para hacerle entender que podían llevar a la ruina a su hermana si seguían actuando de la manera que lo hacían. Impresionante escena. Incómoda y necesaria.