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Voto de Juan Roures:
8
7,5
18.988
Terror. Ciencia ficción
El doctor Henry Von Frankenstein acomete un experimento tenebroso: construir, a partir de fragmentos de cadáveres, un nuevo ser humano. Con la ayuda de su criado Fritz, se adentra durante la noche en los cementerios de la localidad para arrancar a los cadáveres las partes que necesita. Lo que ignora es que el cerebro que ha utilizado en su experimento había pertenecido a un criminal. (FILMAFFINITY)
3 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considerada por muchos como la película de terror más importante de todos los tiempos, el Frankenstein de Universal protagonizado por un magníficamente maquillado Boris Karloff (quien aparece en los créditos iniciales como “?”, siendo su nombre sólo revelado al final) es una obra cumbre del género de monstruos precisamente por crear un monstruo tan terrorífico como empático, cuyas “maldades”, bien son fruto del error, bien están justificadas.
Con la excepción de "La novia de Frankenstein" (1935), donde James Whale volvió a retratar al monstruo con la sensibilidad derivada de su identificación con el mismo (abiertamente homosexual, el cineasta estaba acostumbrado a la incomprensión social), ninguna de las subsecuentes versiones del clásico de Mary Shelley está a la altura de este clásico instantáneo, engrandecido por la oscuridad hipnótica de la fotografía y la belleza de los decorados góticos, que confeccionan una atmósfera tan envolvente como inquietante.
Quizá esta joya ya no resulte demasiado terrorífica, pero su atractivo perdura más de ochenta años después.
Más cine en: LA ESTACIÓN DEL FOTOGRAMA PERDIDO
Con la excepción de "La novia de Frankenstein" (1935), donde James Whale volvió a retratar al monstruo con la sensibilidad derivada de su identificación con el mismo (abiertamente homosexual, el cineasta estaba acostumbrado a la incomprensión social), ninguna de las subsecuentes versiones del clásico de Mary Shelley está a la altura de este clásico instantáneo, engrandecido por la oscuridad hipnótica de la fotografía y la belleza de los decorados góticos, que confeccionan una atmósfera tan envolvente como inquietante.
Quizá esta joya ya no resulte demasiado terrorífica, pero su atractivo perdura más de ochenta años después.
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