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España España · 37º23'N 5º59'O
Voto de Kinetoscope:
9
Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
1 de agosto de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas que mejor y más fríamente describe la lucha interna en que se debate su protagonista, con caída, miseria y resurrección del ídolo incluida (aunque a un precio demasiado alto...). Una historia de ambición desmedida, de amor no correspondido. Un amargo retrato de la soledad, con entrañables perdedores, insolentes mánagers corruptos, elegantes mesas de billar, dinero, tabaco y mucho whisky. JTS Brown, por supuesto. Como dice el propio Eddie "Relámpago" Felson -impresionante Paul Newman- durante su primera confrontación con el Gordo de Minnesota (un impecable Jackie Gleason): "JTS Brown. Sin hielo y sin vaso". Ahí queda eso.

Desde la primera hasta la última escena asistimos a todo un recital interpretativo por parte de un Paul Newman que se encarga de explotar hasta la saciedad esa mirada suya tan característica que tanta fama le daría (y con la que tantas mujeres caerían rendidas a sus pies); una impresionante Piper Laurie en un personaje que se adivina trágico desde el mismo momento en que entra en escena; y un perverso y ruin manipulador George C. Scott, en uno de los mejores papeles secundarios que recuerde.

Absolutamente recomendable. Para mí, una de las mejores interpretaciones, si no la mejor, en la interesante filmografía de Paul "Ojos Azules" Newman. Por cierto, excelente fotografía (y no es comentario baladí). No hay que ser muy entendido en la materia, que no lo soy, para darse cuenta de que esa forma de iluminar la escena entre el humo del tabaco, esos planos del salón de billar con la luz de las lámparas cayendo en perpendicular sobre el tapiz de las mesas... Todo eso hay que saber hacerlo muy bien para que el resultado acabe teniendo esa prodigiosa gama de tonos grises que posee la película. Su artífice y ganador del Oscar en 1962 en el apartado de Mejor Fotografía en B/N, Eugen Schüfftan, fue la misma persona que en 1927 pondría luces y sombras a otra gran película de género: Metrópolis, de Fritz Lang. Clásico entre clásicos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kinetoscope
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