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España España · Málaga
Voto de Nuño:
9
Western Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, ... [+]
25 de abril de 2016
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
[Prólogo]

Elegía del western; extrae al vaquero melancólico que alberga cada cinéfilo. La desazón de observar un mundo, el del saloon y la oficina del sheriff, el del establo y la licorería, que el ferrocarril ha arrasado. El cadáver de 'La diligencia', ya obsoleta y sin pasajeros. John Wayne cumplió su cometido y ya puede descansar.

[Género]

A mí, particularmente, me parece, ante todo y con diferencia, alegoría. Política y social, en principio; puestos a divagar, cinematográfica. Después, melodrama y, por último, western, del que veo la nostalgia y el escenario, pero el espíritu capitular supera al recreativo. ¿Puede ser la mejor película de un género al que parece resignada a dejar atrás?

[Alegoría]

. Shinbone, es la unidad social. El pueblo. O, quizás, el Cine americano, felizmente clásico.
. James Stewart supone la reforma, el progreso; lleva a las mujeres, a los niños y al negro a las aulas. Cree en la democracia y en la ley. O, quizás, es el Cine moderno americano, que viene a reformular los inveterados cánones de femmes fatales, héroes de caballería y socarrones detectives que parecían inamovibles.
. Vera Miles personifica al pueblo; conveniente y despreocupadamente analfabeto. Al espectador, que verá lo que le ofrezca la industria.
. Lee Marvin simboliza el problema que en toda sociedad existe; la injusticia, la violencia, la maldad. O al oportunista y veleidoso, dentro de la cinematografía.
. John Wayne es, seguramente, el personaje con el que más se identificó Ford. En (mi figurada) opinión de los guionistas y, por extensión, del director, es el brazo disciplinario necesario, férreo pero solapado, que se encarga de frenar a los Liberty Valance a los que ni una derrota democrática puede contener.

[Pese a que sea Wayne el que zanje una batalla que el Stewart demócrata no puede ganar, no se menosprecia, ni se ridiculiza, al segundo. No veo que la progresía más caduca tenga oportunidad de acudir a sus habituales argumentos en contra del "fachoso Ford". Hay un respeto ecuánime en el tratamiento de los personajes; el retrato de Stewart no es el de un idealista trasnochado. El único que nos es presentado de forma bufa y grotesca es el bestia de Valance, precisamente]

Al final, el pueblo necesita la tonificante leyenda más que la desmitificadora verdad. Toda sociedad tiene su trastienda secreta. Y su quiste.

Y todo hombre tiene una casa que dejó a medio terminar.

...

[Errores (para el que firma)]

. El humor, infantil y bobalicón.
. El Wayne mito supera, con creces, al limitado Wayne actor.
. La escena cumbre del 'disparo' (y su revisión en 'flashback'). He querido caer rendido las tres ocasiones que la he visto; pero la noto algo pobre escénicamente, no me subyuga.

Gracias.

[Anexo, irrelevante: John Ford]

Doy por hecho que supone una herejía decirlo, pero nunca he celebrado, como la inmensa mayoría cinéfila, al John Ford personaje. Nunca he formado parte de la fiesta, y la observo, incrédulo, desde fuera. A todo director de renombre, le sigue, como fiel rémora, la rumorología y/o mitificación de su persona. Es tan necesario como a veces difícil separar al cineasta del personaje público, para poder observar y valorar su obra con justeza. En el caso de Ford me cuesta un poco, y como contrapeso a los 'John Ford es Cine', 'John Ford es el puto amo' o 'John Ford es Dios' que tanto he leído como epítetos indiscutibles y como mandamientos de la Biblia cinéfila, diré que siempre me ha escamado mucho esa aversión que, al parecer, tenía a considerar el Cine algo más que un trabajo que realizar; sus rotundas negativas a que le atribuyesen aspiraciones artísticas, o incluso de belleza, a sus películas; o, directamente, sus vulgares salidas de tono a actores o guionistas, casi maleducadas, que la gente reivindica como genialidades. Sé que hay un margen enorme entre lo que una persona dice públicamente y lo que piensa en su fuero interno, y sé que hay ciertas escenas en el Cine de Ford que es imposible rodar si no se alberga una mínima sensibilidad, emocional o estética, ya sea en forma de intuición, ya sea en los huesos. También sé que me importa un pimiento si era un santo o un cretino. Simplemente, creo en la necesidad de que todo pueda ser sometido a crítica, e imagino que soy algo escéptico con las idolatrías.

Gracias.
Nuño
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