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Voto de Lord Gentleman:
7
Drama. Comedia. Thriller Murakawa no es solamente un gángster, sino uno especialmente violento y agresivo. Es todo lo imprudente que uno puede esperarse de un yakuza o incluso más, y ha conseguido buenas influencias. Pero empieza a estar cansado de su estilo de vida, quiere cambiar. Varios yakuzas de Tokio son enviados a Okinawa para ayudar a terminar una guerra entre gángsters. El conflicto se intensificará y Murakawa se convertirá en una pieza fundamental. (FILMAFFINITY) [+]
12 de junio de 2022
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Kitano entiende la comedia y la violencia de manera similar. Son secas. Toscas y abruptas. Muchas veces inesperadas. Breves.

La impasibilidad de sus interpretaciones tiene tanto de Buster Keaton como de cualquier protagonista de un polar francés o de los personajes de pocas palabras de muchos westerns y thrillers.

Humor, honor, violencia, suicidio y traición se encuentran muchas veces en el cine de Kitano. Sus yakuzas son personajes obsoletos y limitados que solo saben hacer una cosa: seguir los modos de la vieja escuela. La violencia y la muerte, a las que se acercan sin pasión, sin rastro de emoción, con un desapego absoluto.

En general, en el cine de Kitano hay una crítica a la disolución de los valores tradicionales de Japón en la amalgama posmoderna. Sus yakuzas son el último reducto del antiguo Japón. Su tragedia es que no pueden adaptarse y son traicionados por sus jefes, aquellos que, por posición y autoridad, deberían ser los mayores garantes de la tradición. Por eso la desesperanza del yakuza le aboca, en la visión de Kitano, al nihilismo y la destrucción y, paradójicamente, lo único virtuoso/digno que pueden hacer personajes como el Murakawa de Sonatine es entregarse al código del yakuza y seguirlo con una devoción absoluta. Sin contemplaciones. Sin comprometerse con nada más. Ni siquiera con una joven que pregunta si vas a volver.

Por un motivo, la traición de los viejos modos, u otro, la imposibilidad de abandonar esos mismos viejos modos, todos esos yakuzas que pululan el cine de Kitano merecen morir.

La tragedia en Sonatine deviene en momentos en comedia, en la que es imposible no reconocer el sello de aquel programa de televisión que en España se llamó Humor Amarillo, espacio intermedio, hacia el inevitable final.

La misma definición de sonatina advierte lo que es la película: "Sonata de dimensiones o pretensiones modestas".

A destacar la música del gran Joe Hisaishi.
Lord Gentleman
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