A menos que se haya sido uno de esos afortunados erasmus, viajando y viviendo a costa ajena, las gracias de la película se reducen a absolutamente ninguna. Ver como unos estudiantes de diversas nacionalidades se lo montan entre ellos (mucha diversidad, pero con los autóctonos ni rozarse), en la ciudad en la que nací (y en la que los nativos son una especie en extinción), entre chistes en frances e ingles (imprescindible ser políglota, o no te enteras de la misa la mitad), y escucharles memeces y chorradas una detrás de otra, no es desde luego demasiado divertido para mí.
Además, el argumento es de una simplicidad bochornosa, las interpretaciones de una flojedad vergonzosa, y el guión supongo que se quedó en cualquiera de los baretos abarrotados de guiris que se nos muestran.
Solo recomendable para ex-becados erasmus, a los que la melancolía de un tiempo pasado en que podían pegarse la vida padre a la salud de los contribuyentes, les haga ver excelencias donde no hay nada. A los que vivimos en esa ciudad tan glamourosa para algunos, pero sin comprobarlo porque todo lo pagamos de nuestros escuálidos bolsillos, les parecerá poco más que un insulto.
Y, por cierto: lo de "auberge espagnole" lo explican en la peli. Según ellos, un albergue español es un sitio en el que solo encontrarás lo que lleves puesto. A mi no me suena a algo bueno, la verdad.