Esta es una segunda versión de la crítica, porque la original no pudo ser ya que desvelaba parte de la intriga de una obra maestra del cine de intriga, como la que aquí nos ocupa. El caso es que, en el primer cuarto de pelicula los fans de Steven Seagal destrozan el cine (o queman el DVD, depende de donde estén). No tiene lógica, ni decoro, ni geometría, ni chicha y ni limoná. Kurt Russell, en su línea, consigue que tengamos un derrame neuronal masivo, al intentar comprender porqué este tío hizo cine alguna vez. Sólo se la recomendaría al Ratoncito Pérez, a Los Pitufos, al Quijote, a Dios, a un presidente honrado y a todos los seres imaginarios habidos y por haber. Pero a personas de carne y hueso, no.