El gran amor de Peter Parker es Gwen, que en esta película ni merece mención alguna. Spiderman, pese a salvar cientos de veces la ciudad, es odiado y temido por sus conciudadanos, quienes lo consideran un criminal (así que la escena del puente, en que todos le vitorean, sobra). Uno de los encantos del cómic radicaba en los chascarrillos que el héroe arácnido prodigaba en sus peleas, ácidos y cargados de cinismo para cabrear aún más al malo de turno, y este Parker parece mas bien autista e incapaz de articular frases de más de dos palabras. El duende verde era verde, y parecía un duende; no así la especie de Robocop gris metálico que aquí nos muestran. Y así, podría seguir hasta asquear tanto como me asqueó a mí este bodrio de escenas de verdad mareantes, actuaciones pésimas (en especial el Parker al que sólo le falta babear para parecer más tonto) y un parecído muy, pero que muy lejano, con aqúel comic del que llegué a coleccionar cientos de números. Una cosa es que a alguien le gusten estas infografías que se han dado en llamar cine, y otra muy diferente decír que esta calandraca es respetuosa con el personaje original.