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Austria Austria · Ciudadano del mundo
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Documental Fernando Fernán Gómez nació el 28 de agosto de 1921 en Lima (Perú), durante una gira de su madre, la actriz Carola Fernán-Gómez, con la compañía teatral María Guerrero-Fernando Díaz de Mendoza. Todo el mundo conoce sus decisivas aportaciones como actor, escritor y director de cine. Sin embargo, sólo unos pocos privilegiados conocen hasta qué punto Fernando, sentado en una silla, es capaz de convertir una charla en algo más que una charla. (FILMAFFINITY) [+]
30 de noviembre de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún no os lo había contado, tengo un conocido que se llama Fernando, es amigo de amigos, y es conocido de conocidos, se puede decir, que es un hombre pegado a mi entorno. Es un buen tío, joven, inteligente, agradable a la vista y ocurrente al olfato. Sin gran cosa que decir, si exceptuamos, sus experiencias vitales.
Un día se sentó en una silla, miro al frente y se topó con el objetivo de una cámara. Animado por el documental de Fernán Gómez, realizó un homenaje homónimo al espíritu del mismo.
Yo, un Trueba sin dinero e influencias, por tanto, una persona normal y sin talento, intenté exprimir sabiduría en sus palabras a base de topicazos generacionales, que qué te pareció tal, que cómo viviste cuál, que qué te interesaba a esta edad, que con qué perdías el tiempo ayer por la mañana. Al rato, descubrimos que el vacío de la obra radicaba en la vacuidad de la forma, por pelada de austeridades, por el triste primer plano que avanzaba estático por toda la cinta, mostrándole su piel lacia y vital.
Después de plantearnos la viabilidad comercial del producto, destacamos que tal muestra de ramplonería estilística debería estar prohibida en el cine español, por simple y falto de calidad creativa. Pensamos en la TV y la ubicamos.
Nos dimos cuenta de que el discurso de mi conocido (y su amigo) Fernando, pese a lo bien apreciado que estaba por la gente, no era lo suficientemente lúcido, como para mantener el interés de la obra en unos límites adecuados. Sus asuntos privados, a pesar de la egolatría de unos, no reflejaban más que superficialidad e intranscendencia, hablaba de Franco sin opiniones formadas y de las mujeres como objetos visuales de los que sólo se podía enamorar.
Decidimos que esto no valdría la pena para el cine, quizás para el Epílogo de Canal plus, si nuestro amigo Fernando se hacía famoso y alcanzaba tamaña notoriedad. Desde ese día, guardamos la cinta en un cajón, escribimos con Boli “La silla de Fernando” y esperamos ansiosos a que la palme para poder darle una utilidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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