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Austria Austria · Ciudadano del mundo
Voto de I m feeling good:
1
Drama. Comedia Marcello Rubini es un desencantado periodista romano, en busca de celebridades, que se mueve con insatisfacción por las fiestas nocturnas que celebra la burguesía de la época. Merodea por distintos lugares de Roma, siempre rodeado de todo tipo de personajes, especialmente de la élite de la sociedad italiana. En una de sus salidas se entera de que Sylvia, una célebre diva del mundo del cine, llega a Roma, cree que ésta es una gran ... [+]
15 de abril de 2007
67 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La Dolce Vita” de Federico Fellini, ganadora, en sus días de vino y rosas, de dos Oscar´s (“Mejor Diseño de Vestuario” y “Mejor película de habla no inglesa”) y de la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cannes.
H - A - S - T - Í – O, “hastío”, mientras veía esta cosa italiana pronuncié esa palabra como sólo lo podría hacer Nabokov, con la intensidad y la honestidad de una emoción digna y sincera. Durante las tres horas de visionado se me ocurrieron palabras similares continuamente, para expresar lo que sentía, tales como “aburrimiento”, “cansancio”, “pesadez genital”, etc.
“La Dolce Vita” de Fellini responde a uno de los tópicos más simplones del cine de autor, la ruptura modernista de un concepto artístico para representar la realidad cotidiana, sin edulcorantes necesarios, para el espectador dejado de la mano de Dios, aquel que no se deja arrastrar por la fama, el nombre y la presión ejercida por críticos de medio mundo.
Ni la pseudociencia (como muestra de la ilimitada posibilidad imaginativa del ser humano), ni el mejor programa de Iker Jiménez, tendrían más capacidad que la película de Fellini para expresar los clichés intelectuales de una generación, compuesta por vagos y maleantes de la peor calaña del cine italiano.
Si tuviera que valorar a esta película con el corazón lo haría desde el odio supremo, con el tipo de ira que siente el personajillo que no le satisface que le vendan motos romanas sesenteras, en plena castellana y en la actualidad, con nocturnidad y alevosía, ya que esta película está desfasada desde el comienzo, aburriendo a extraterrestres jóvenes como yo.
Los personajes pretenden mostrar genialidad cuando únicamente sabrían escribir la “o” con un canuto, si tuvieran el canuto y la “o”. Son vacías muestras de estupidez burguesa, de ridiculez aristocrática. Las conversaciones, las tramas, los seres humanos que se esconden detrás de las poses intelectualoides, representan el infantilismo de una generación que evitaba pensar en su derrota de la 2ª Guerra Mundial, practicando un cine acomodaticio, de poco riesgo, donde se tocan emociones complejas con la sencillez de quien pasea una cabra, y la efectividad de quien la deja en mitad de un monte quemado para que paste ceniza de la buena.
Mastroniani y demás actores, con sus expresiones de muermos de perfiles redondeados, poseen vidas interesantes por la casualidad de las oportunidades aprovechadas, me estresan hasta la desesperación, provocándome un maltrato psicológico delictivo; me encantaría denunciarles a todos, en el juzgado de guardia más cercano, lo haría si tuviera los papeles en regla.
Y la película acaba y lloro…, lloro de felicidad lágrimas de tres pulgadas; mi rostro congestionado moquea suspiros de alivio y alaridos de euforia, ya suponen que ni el cuervo de Edgar Allan Poe pronunciaría con más fuerza las dos palabras con las que cierro esta sección: nunca más.
I m feeling good
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