Super 8 tiene un humor basado en la singularidad de ciertos personajes, tiene misterio (aunque cierto es que tampoco demasiado), tiene acción, tiene momentos que te dejan sin uñas...en resumen, utiliza la fórmula que daba forma a muchas de las grandes películas de los 80, siendo E.T. y Los Goonies su mayor influencia (me atrevería a decir, incluso, que recibe más de la segunda).

Quizá todo el pero que se le puede poner a esta película es, ni más ni menos, que no es muy diferente de lo que hemos visto ya, en cuanto a argumento, personajes, y guión. Pero todos estos elementos, junto al evidente hecho de que los recursos con los que se cuenta en el 2011 dan un carácter diferente a su desarrollo, se ensamblan de un modo que hacen de Super 8 un ejercicio de agradable recuerdo del pasado e inmejorable disfrute presente.

El hecho de que los actores que forman el reparto no sean muy conocidos, ha favorecido la credibilidad de los personajes, sobre todo los que mas risas arrancan a lo largo del film: el llorica, el quejica, el dentudo obsesionado con la pirotecnia (¿no os recuerda a Felipe, el amigo de Mafalda cuya obsesión en su caso era El Llanero Solitario?), y sobre todo, el gordito manducón, con el que el protagonista tiene una relación que en ciertos momentos no se puede dejar de comparar con la de Frodo y Samsagaz.

El elemento más fácilmente criticable es la relación entre la guapa chica rubia y el héroe, ambos pertenecientes a hogares desestructurados. Un tópico donde los haya al que, bien mirado, no se le pueden encontrar muchas alternativas, tratándose de una película en la que la mayor parte de la acción se centra al rededor de unos preadolescentes.

En resumen, Super 8 es la película que J.J.Abrams posiblemente llevaba pensando hacer hace décadas, y que, dado su argumento, no podría estar mejor hecha. Un adelanto de lo que está por crear en el mundo del cine.