Sombreros, gabardinas, cigarros patrocinados por la industria tabaquera, bellezas femeninas, una muerta. Todo en perfecto blanco y negro. Cine negro de manual… Quieto parado, de manual no. Que resulta que aquí dicen las malas lenguas que el malo es el protagonista, has oído bien, nuestro querido Humphrey. ¿Cómo es eso?

Pues ya sabes, la soledad, los horrores de la guerra, el fracaso profesional, el alcohol, el tabaco. Y que es guionista en el Hollywood dorado pero cobra poco y mal que para eso su éxito más reciente es de antes de la guerra, y eso pues como que le hace vivir cabreado y encima es de mecha corta. Entiéndelo, pobrecito. Sí pobrecito, pero que se pone farruco, pero que muy farruco, me tiene la mano larga con cualquiera que se le cruza. Y encima le gusta presumir de saber cómo se cometen los crímenes más abyectos antes de que la policía sepa por donde le da el aire, todo por deformación profesional, ya sabes. ¿De asesino? No, no… quería decir de guionista, aunque ahora que lo dices lo mismo…

Habrá que ponerle una femme fatale a ver si así mejora de lo suyo, rubita a poder ser. Ya se sabe que no hay nada como un buen sex… digo amor para mejorar el humor de un hombre iracundo. Tienes razón, pero lo mismo la rubia cuando vea a Humphrey en uno de sus días cruzados, ya sabes, eso que le ocurre el 95% de días que tiene el calendario, se nos acongoja un poquito y hasta piensa que es el asesino. Pues mira tienes razón, lo mismo nuestro Humphrey se marca un doblete en el camposanto. Podría ser, sería mala suerte, cosas que pasan en un día tonto. Lo mismo te surge el amor que el asesinato serial, es cine negro, con un toque diferente, pero del bueno.