Tener más de algo suele ser positivo. En el mundo de las secuelas resulta ser una constante por lo general. Aquí no va a ser una excepción. Más tiros, más acción, más Suache, más violencia, más trama, más personajes, más duración… ¿Es bueno? En su justa medida sí, el tema es que creo que en este caso la cucharada fue excesiva.

La película supera holgadamente las dos horas. Y eso no le hace ningún bien y le pesa. No puedes rellenar más de 2 horas de pura acción, por lo que hay más diálogo, trama y “argumento” del deseable. Así luego cuando nos metemos en harina Cameron para compensar nos va a ofrecer escenas de acción espectacularmente rodadas y de lo mejor del género, pero también van a resultar demasiadas las escenas de acción planteadas durante el desarrollo de la película, con un final dilatado que se alarga y alarga y que no acaba de llegar, ya saben, lo de lo bueno si breve dos veces bueno no está por lo general en el refranero de Cameron. No obstante, la escena final con Terminator resulta excelente, eso sí.

Otro problema de la película es la némesis de los protagonistas, el terminator de nueva generación interpretado por Robert Patrick. Y que se me entienda bien, nada que decir a nivel actoral contra Patrick. Los que hemos visto su papel en las últimas temporadas de Expediente X sabemos como consigue ganarse el cariño y respeto del público para mantener viva una serie que sin él habría muerto mucho antes de lo que lo hizo. Pero físicamente y a pesar de ser fuertote y alto por encima de la media, empequeñece ante la mole Suache. Por lo que al menos inconscientemente no se siente tan amenazante como resultaba el propio Arnold en la primera parte.

Poco más que añadir, un más que digno entretenimiento del cine de acción al que le faltó tijera en la sala de montaje para mejorar su ritmo.