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Voto de David Mudarra:
6
Drama Perteneciente a una humilde familia obrera que vive en la zona barcelonesa de Hospitalet, el joven Paco Sánchez (Julián Mateos) trabaja como mecánico en una fábrica. En sus ratos libres, el veterano boxeador Paulino (Luis Romero) y su fracasado amigo Conca (Carlos Otero) lo entrenan como boxeador, pero su situación se complica cuando llega el momento de dar el salto de amateur a profesional. Fascinado por las ofertas del chanchullero ... [+]
21 de mayo de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los años sesenta en Europa se identifican con un cambio generacional y formal del cine en casi todos los países. Revoluciones culturales como el “Free Cinema” o la “Nouvelle Vague” salpicaron de frescura el panorama cinematográfico del continente. Hasta España, sumergida en un régimen duro y censor tuvo una tímida renovación conocida como “El nuevo cine español”. Nuevos autores y productores intentaron hacer un cine moderno, realista y más centrado en los problemas sociales que en los típicos géneros arcaicos (folclore, historia, comedia...). Mario Camus fue uno de aquellos pioneros de la nueva ola, que por desgracia, se quedo en marejadilla a causa de una dura represión y un rechazo por parte del público, poco acostumbrado a estas novedades. “Young Sánchez” pertenece a este movimiento y es una de las primeras cintas de Camus.
El relato del boxeador que da título al filme (muy buen trabajo de Julián Mateos premiado en algún festival), que comienza su andadura como profesional, sirvió al director para adentrarse en el realismo. Con los ingredientes característicos del género pugilístico (los combates, el juego sucio, el aprendizaje, la lealtad entre alumno y maestro...) juega Mario Camus para presentar un buen ejercicio de estilo con secuencias muy bien rodadas, como las del footing o el duelo en la playa.
Sin embargo es un cine formalista que no termina de encontrar su sitio. El filme esta a caballo entre el naturalismo francés de Bresson (secuencias detallistas de la preparación del combate o los entrenamientos), el neorrealismo italiano (con escenas documentales del público que asiste al espectáculo y mira a la cámara sorprendido y actores que son púgiles de verdad) y el género negro estadounidense con la inclusión de mansiones y automóviles que parecen extraídos de un barrio lujoso de Los Ángeles.
Vista a día de hoy, se resiente de algunos fallos en las largas secuencias de los combates, pero es meritorio el intento del realizador por ayudar a cambiar el cine de la época. Con esa facilidad, Camus se hace con la historia (y el excelente guión) de Ignacio Aldecoa. El escritor incluye tres o cuatro personajes que giran alrededor del protagonista y que ayuda a configurar su personalidad. El entrenador y consejero, origen del conflicto interno de Young, su amigo, un boxeador en decadencia que se convierte en una referencia constante de lo que le puede deparar el futuro y, por tanto, rechazable, y un manager mafioso que pretende exprimirle al máximo.
Pero lo más destacable de todo el filme es su conclusión. Un final no esperado, apartado de la línea clásica, moralizante y previsible y que milagrosamente supera la censura para quedarse en la historia de nuestro cine como un loable ensayo de disidencia.
David Mudarra
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