Durante los años 50 abundaron los filmes sobre insectos gigantescos, fuese por causa de experimentos nucleares o de cualquier otro tipo. Hormigas, cangrejos, mantis, cualquier insecto era un enemigo mortal para la humanidad. Uno de los primeros filmes fue esta tarántula gigantesca, resultado de experimentos de un mad doctor o, más bien, un doctor algo despistado.

Tiene casi todos los tópicos aunque, por una vez, no tendremos a un líder militar, sino a un médico con buen tino que se llevará la chica al huerto y que descubrirá la causa de las espantosas muertes y la manera eficaz de combatir al bicho. Y está dotado de una labia... Efectos especiales sencillos pero efectivos, gente torpe que no sabe correr con diligencia y que acabarán formando parte de la dieta de la tarántula dichosa. Buena dirección de Jack Arnold, un maestro de la serie B.

Y como regalo, un Clint Eastwood sin acreditar, como piloto de un caza, al que solo se le ven los ojos y se le reconoce a la perfección.