Cuesta un poco entrar en ella. Pero vale la pena. La gracia es que el protagonista, al igual que los espectadores, va descubriendo progresivamente un mundo fantástico oculto en el real. Llega a él sin conocimientos y los irá adquiriendo de la manera más dura. Tras un planteamiento sencillo y mil veces visto - la dupla de policías, uno blanco y el otro negro - se irán incorporando personajes que resultarán fundamentales, como Silas Weir, que será el nexo de unión entre el mundo real y el fantástico y el que ejercerá de involuntario tutor del protagonista.

Y una vez entras en ese mundo oscuro y tenebroso de seres fantásticos y mágicos, de hombre-lobo, de brujos y brujas, y de otros nunca oídos, lo disfrutas. El círculo en torno al protagonista, el Grimm, irá ampliándose, incorporando secundarios a la trama, algo que enriquecerá, aún más si cabe, la química entre los personajes. Y habrá cambio de bandos, en ambos lados, de manera muy dramática, en algunos casos. Tendremos sociedades secretas, gobiernos invisibles que lo controlan todo, estirpes, extrañas monarquías europeas, libros mágicos, enciclopedias de monstruos, leyendas, seres malignos de otras dimensiones alternativas, amores imposibles, hijos con poderes. Y, sobretodo, compañerismo.

A muchos de los protagonistas les cogerás cariño, ya que están muy bien definidos, al igual que las relaciones entre ellos. Algunos crecen y cambian conforme avanza la emisión. Sufres con sus peripecias. Al final es una serie coral, como "Stargate Atlantis". Todos los personajes tienen su importancia. Todos ellos.

Y todo arrancó de aquel maravilloso cómic, nunca adaptado, aunque mil veces usado de inspiración por varias series televisivas, titulado "Fábulas", creado y escrito por Bill Willlingham en 2002.