Basado en la última novela de Dashiell Hammett e inicio de una magnifica saga fílmica, "La cena de los Acusados" es un magnífico ejemplo del buen cine negro en la época en la que se concibió, con unos protagonistas con clara personalidad, historia compleja, abundancia de subtramas, secundarios y pistas falsas que desembocan en una Cena (que le da título) en la que todos los involucrados en un crimen se dan cita y en la que se descubrirá al asesino y sus motivos. Sin embargo, esta película, comp ya han dicho otros críticos, es una "screwball comedy", propia de aquellos años de la Gran Depresión, una comedia ácida en la relación de la pareja protagonista, con unos diálogos chispeantes y situaciones que hoy serían políticamente incorrectos.

Pero también es una película reflejo de su tiempo. El alcohol es otro protagonista. Y muy importante. Apenas unos meses antes, se había derogado la celebérrima Ley Seca o prohibición del consumo de alcohol, en diciembre de 1933. Y ello se refleja y se utiliza en esta película, donde la mayoría de personajes y, en especial, William Powell están continuamente bebiendo lingotazos. Aunque el consumo de alcohol es habitual en este género, el "hombre delgado" bebe como si no hubiese un mañana, desde que se despierta, sin descanso. En todos los sitios que visita pide un trago. No hay escena suya sin una copa. ¡ Si hasta se promociona en el cartel del filme! Su comportamiento es el de un alcohólico crónico y sin embargo, no hay condena social en el filme; nadie le afea su adicción, ni su mujer, ni los amigos ni los policías con los que trabaja. Como hemos cambiado.

En fin, es un magnífico filme de cine negro y también un reflejo del comportamiento social de entonces.