Sólida y sorprendente película de terror, sin concesiones ni tregua al espectador. Vampirizando a clásicos del cine de terror como "la invasión de los ultracuerpos" o "La cosa" de Carpenter, o películas de serie B como "Phantoms" o incluso "Silent Hill", el filme se aleja de los tópicos de las películas de vampiros más clásicas y de las de niñatos como las execrables de Crepúsculo.

Realmente la película es la descripción de una cacería desde el punto de vista de la presa, los humanos. Son incapaces de poder mostrar una mínima oposición continuada y solo les queda huir y esconderse. Da igual que se escondan de vampiros, nazis, zombies, asesinos en la noche de purga, monstruos, marcianos invasores o infectados de rabia o de lo que sea, la película muestra que ante la sinrazón de una violencia desmedida y sin justificación, poco puede hacer un ciudadano normal, como los pobres habitantes de la ciudad de Barlow (Alaska).

Los malos hablan en su propio lenguaje, ininteligible para el espectador, y no tienen piedad de nada ni de nadie. ¿Tenemos piedad de los cerdos el día de matanza en los pueblos?

Con un largo prólogo, el misterio inicial deviene en terror a partir de un impactante plano cenital. Es el inicio del horror para los habitantes de la pequeña ciudad. Desagradablemente gore, parece que el director busca el constraste entre la pureza blanca de la nieve y la sangre de las víctimas. Los villanos son repelentes y aterradores, con una eterna sonrisa propia del Joker y con la misma maldad. Magnífica interpretación como la de los pacíficos ciudadanos, encabezada por un competente Josh Hartnett, que parece vivir en carne propia la pesadilla que pasa su protagonista.

Si quieres pasar un rato escondido debajo de una manta, sin moverte del sofá hasta el "The end", como con las buenas películas de Carpenter, descubre esta película.