En una sórdida ciudad de New York, a finales del siglo XIX, plagada de miseria, mugre, corrupción, racismo, xenofobia, aporofobia, machismo, perversión, prostitución de todo tipo, sífilis, decadencia e hipocresía moral, que recuerda poderosamente a la sociedad descrita por Scorsese en "Gangs of New York", un asesino en serie hace aflorar todo aquello que está bajo la alfombra de esta sociedad. Más que una ciudad a las puertas de la modernidad, parecen las ciudades descritas en la Biblia de Sodoma y Gomorra.

Un asesino especializado en prostitutos infantiles, una especie de Jack El Destripador, trocea y paladea a su victimas. Sin embargo, no es el protagonista, sino el macguffin de la serie, ya que los auténticos protagonistas son el equipo de investigadores aficionados que encabeza el alienista magníficamente encarnado por Bruhl, estudioso de los asesinos y que les mueve a ello. Como serie, se adentra, de manera ejemplar, en las personalidades e historias de los personajes, escudriñando en sus sueños, fracasos y ambiciones, apoyado en unas magníficas interpretaciones de todo el elenco. Y como guinda, aunque rodada en Hungría, su ambientación es portentosa y muy lograda.

El conjunto, aunque la historia sea escabrosa, es un potente thriller detectivesco, en la línea de asesinos raros e investigadores peculiares, deudora de las novelas de Sherlock Holmes, que gustará al degustador del género.