Ay Santo, Santo... para combatir a vampiros conviene leerse antes algún manual sobre los mismos o bien cursar el primero de vampiros, en las clases de preparación a superhéroe y justiciero. Y tú no lo hiciste. Ni tú, ni tus compañeros policías. Porque si no, no te enfrentarías a vampiros a sopapo limpio y emplearías algo más que tus poderosos puños. Puedes usar agua bendita, ajo, cruces, estacas o un sacerdote. También es curioso que los vampiros huyan en taxi y tu los persigas con el Santomóvil. No obstante, tardaremos en ver a Santo actuando frente a los malos. Hay que tener paciencia.

También le convendría a los guionistas documentarse un poco más, para evitar esa escena en que la protagonista ve reflejada en un espejo a la la vampiresa que le acecha No, no, no, señor guionista, los vampiros no se reflejan...

Por otro lado, no deja de ser curioso este matriarcado vampiril, para satisfacción de nuestro Ministerio de Igualdad. Película a recomendar en su página web. Las que cortan el bacalao son las vampiresas y los vampiros son meros lacayos-aliados- que ejercen de compinches para sus fechorías. Pegan y secuestran y poco más.

Como todos los filmes mexicanos de aquellos años, están realmente trabajados en ambientación y escenario -incluso usan una maqueta de un castillo- y nos ofrecen una guarida de los vampiros de los más resultona. Lo que canta un poco es el cuadro de la tal "Rebeca" fechado en 1761 y que luce un peinado pop en una pintura cuyo estilo es de lo más contemporáneo, o esos ataúdes de pie -¡ que poco descansarán las diablesas siempre en posición vertical!

En fin, Santo, a ver si espabilamos para el siguiente enfrentamiento vampírico.