El abuso de sustancias o, fuera del eufemismo, el consumo de drogas puede ser una solapada tendencia autodestructiva de carácter indirecto, puede trazarse como un paliativo al dolor, la inseguridad o la constante ansiedad de la atosigante vida que llevemos; tanto dentro como al margen del helenismo, cada persona en situación de abstinencia probablemente tiene más problemas de los que podría contabilizar y, en un comienzo, Suzanne Vale, (Meryl Streep), presumiblemente sufre esto.

Tratando de finalizar el rodaje de una película, Suzanne está encerrada en el círculo del comediante exteriormente encantador, comprensivo y cómico pero, por dentro, gris, solitario y abstraído; bueno, quizá no con la profundidad de historias como la de Jim Carrey o, más gravemente, de Chris Farley o Marylin Monroe. Esto se matiza por la comedia, escapamos del docudrama o el biopic desmesurado.

Al anoticiar los orígenes del guion en la autobiografía de Carrie Fisher, mucho dentro de la película cambia. Para empezar, notamos que Meryl Streep hace un papel encarnado, ya sea en la piel, los zapatos o el cabello de otra actriz; es imposible no divisar el trabajo perspicaz de diálogo e interpretación expresiva de Streep, como sí ocurrió con el caso de 'Hanging Up'. A veces, contar la propia historia representa un riesgo porque es diferente vivir una historia que contarla a los demás; tu amigo fulano te puede contar cuán duro fue el proceso de la muerte de su madre, pero la narración puede resultar tediosa o monótona, mientras que tu otro amigo mengano puede relatarte un simple paseo en auto por la ciudad como una persecución paranoica y la cosa cambia. Bueno, he aquí un buen ejemplo del segundo cuentista.

A su vez, la emoción también es importante: lo que nosotros sentimos en ese momento debe ser transmitido, esparcido, decodificado en el espectador; cuando Suzanne no despierta y un desconocido a su lado la traslada de urgencia al hospital, nos preocupamos por ella, cuando el doctor busca signos vitales y oímos comentarios de irónica percepción, podemos experimentar una suerte de pena. Más tarde, la entrevista para el ingreso a rehabilitación o las conversaciones del grupo de apoyo o con Aretha son fácilmente comprensibles. Hasta ese punto, 'Postcards from the Edge' era una travesía de la mano de Fisher por su adicción, lástima que el tríptico de tramas de la cinta se va derruyendo.

En la cima del triángulo, hayamos la trama personal de Suzanne con las drogas. Ya hablamos del inicio y lo hicimos positivamente, no podemos decir lo mismo del resto; no estamos seguros si fue la sala de montaje o la severa intención de elipsis lo que hace que esta trama se siente inconexa. El progreso de Suzanne por medio de la culpa y la imposibilidad de cesar el malestar se ve interrumpido por una desarticulada 'revisión escénica'; pierde el sentido que veamos los grupos de apoyo, los análisis del tal Pierce, la potencial recaída o los esfuerzos de la doctora Marsden de ayudar a Suzanne, los hechos se convierten en un trámite.

Arista izquierda, tenemos a algo llamativo pero secundario y no centralmente relevante: la relación madre-hija... en el mundillo de Hollywood. Doris, (una deleitable Shirley Maclaine), es una ex-estrella en proceso de regresión y una actitud excéntrica, egocéntrica para con la gente, tuvo éxito, prestigio, un matrimonio roto... ya podemos imaginar el problema con su progenitora. Aún si esto es un juego de egos gestado con espectáculos bien formulados, actuaciones brillantes y conversaciones envueltas en reprendas, examinaciones juiciosas o de las escenas más ingeniosas del filme, su resolución es banal. (*1 Zona Spoiler).

Arista derecha, al final del trazo geométrico, hallamos el conflicto amoroso/pasional. De lo más empleados por los guionistas, a veces, éste funciona de maravilla y otras no. Podría ser un buen consejo decir que si no sabes que más caracterizaciones proveer a un personaje, debes darle un amante, una pareja, un amor no correspondido, lo que sea. El despecho, desengaño o el amor son temáticas antiquísimas con una importancia y potencial emotividad que recorre siglos de historias. Bueno, evitando divagar más, esta trama sobra por completo. Carece de inventiva, carece de resolución y más que parecer importante, sólo sirve para que conozcamos a la bella Annete Benning y para que salga uno de los mejores chistes de la película.


En definitiva: Yace en el patio trasero del Sunset Boulevard; de los maravillosos, inmersivos quizá lúgubres o tétricos pero siempre atrayentes relatos metacine de Hollywood, éste es un relativamente bajo exponente; siempre que se lo compare con las ligas mayores.

Calificación: 7.1/10