Tras las dos polémicas primeras entregas y las dos disparatadas y "cómicas" tercera y cuarta, este quinto episodio le daba un nuevo giro a la saga para presentarnos una historia de amor con trasfondo ecologista entre un artista deprimido y una sirena enferma por la contaminación. Así, como suena. Y adobado todo ello con abundantes dosis de pus, gusanos, cuajarones de sangre y otros fluidos viscosos difícilmente definibles.

Así dicho parece un sinsentido ridículo sin pies ni cabeza, pero el caso es que de alguna manera la parte dramático/romántica funciona bastante bien y la química entre los dos personajes le da consistencia a una historia que bordea el absurdo en todo momento pero consigue esquivarlo sin demasiados problemas, dentro de lo peregrino del argumento en sí mismo, claro. Los efectos especiales son convincentes y los excesos de purulencias y salpicaduras pringosas consiguen repugnar al espectador pero no al protagonista, cuyo amor por la sirena resiste todas las guarrindongadas que le echen. De nuevo, suena ridículo, pero coño, al final me ha dado pena de la sirena putrefacta y del pintor, lo solo que se queda el hombre.

Guste o no, es realmente única. En su género y en todos los demás. Y en esta era de películas clónicas y plagios en cadena, una cinta como esta merece rescatarse del olvido aunque solo sea como rareza.