Una de las mejores películas de Alex de la Iglesia es esta combinación de humor negro, suspense criminal y sátira social que es, es cierto, excesiva, caricaturesca, sádica a ratos, aparatosa desde el punto de vista estético en algunos pasajes, pero siempre divertida, corrosiva, inteligente. La puesta en escena es fabulosa, la fotografía y la dirección son muy buenas, todo el reparto cumple a la perfección encarnando a una galería de personajes esperpénticos pero perfectamente reconocibles en otros similares del mundo real (ese policía amargado, ese vendedor caradura, ese marido coleccionista, esa guapa estúpida, esa fea posesiva), con especial mención para un Luis Varela que encarna a una especie de fantasma sarcástico cuyas intervenciones son oro puro y al tándem Toledo-Cervera, que no solo bordan sus papeles, sino que tienen una química extraña y vagamente perversa que le va como un guante a la tortuosa relación de sus personajes.

Muy buena.