Otra película de la Aniston que no le hará ningún favor a su carrera. Ni a la de Costner. Ni a la de Rob Reiner. Ni siquiera a la de Shirley McLane, protagonista de los únicos diez minutos que no te dan ganas de vomitar. De hecho, los únicos beneficiados son Dustin Hoffman y Anne Bancroft, que hacen que te preguntes: ¿Por qué no estaré viendo el graduado en lugar de esta inmundicia?
Historia mala, pero mala con ganas, personajes increíblemente inverosímiles (lo del novio y el padre calzonazos es de juzgado de guardia) y final con moraleja de galleta china: A vivir y a follar que el mundo se va a acabar. Pues vale.
La cinta nos cuenta las terribles inquietudes que sufre la Aniston durante la boda de su hermana, incapaz de continuar con su vida normal al no saber si es realmente hija de su padre, ya que su madre, muerta tiempo ha, no era capaz de aguantarse las bragas puestas durante más de veinte segundos seguidos. Resulta que, para averiguarlo, se va a entrevistar al supuesto «candidato»,( que además de a la madre se había cepillado a la abuela) quien resulta ser estéril debido a una temprana patada en los huevos (los hay con suerte).
En fin, pues no era su padre, ¿y ahora qué hacemos? pues hacemos que se la cepille y ya está liada. Es que como se ha cepillado a sus familiares pues ella no va a ser menos. A partir de entonces llega un cúmulo de despropósitos argumentales totalmente fuera de lugar. El que quiera saber lo que pasa después que lea el spoiler o que vea la película(hombre no hay que pasarse, lee el spoiler mejor).