Vi la película en cuanto me enteré de que era un remake de la sorprendente producción alemana, «Deliciosa Martha», ya que esta me gustó bastante y sentía curiosidad por ver lo que el Gran Imperio Romano del cine era capaz de hacer con ella.
Pues nada del otro mundo.
Cogen la misma historia, añaden una pareja de intérpretes con talento y oficio (Zeta-Jones y Eckhart), una banda sonora made in Phillip Glass que es de lo mejorcito que he oído últimamente y cambian el ritmo de la trama, trocando la profundidad de diálogo que es habitual en el cine europeo por una estética clip que favorece su facilidad de visionado, haciéndola más edible para un público eminentemente norteamericano.
Aquí se plantea una cuestión muy interesante: ¿Realmente tiene mucho que aprender el cine europeo del americano? Porque con esta cinta parece más bien al contrario; parece que hayan venido ellos aquí a aprender de nosotros, y al final les damos una palmadita en la espalda como buenos maestros y decimos: «No está mal, vais mejorando».
He tenido esa sensación desde que vi la tremenda «Tres solteros y un biberón» y después la fatídica «Tres hombres y un bebé».
Ellos quieren nuestra profundidad, necesitan nuestro arte...pero reconozcámoslo; nosotros no sabemos vender nuestro producto como ellos, y cuando un film necesita que la música suba y haya un buen ¡BANG! emocional, los americanos nos dejan en mantilla.
Por cierto, en la versión germana, el cocinero era realmente italiano (Sergio Castellitto), pero en el remake, hacen que Eckhart sea un chef de Miami que aprendió a cocinar en Italia. No me gusta que por elegir a un actor concreto haya que cambiar el guión, pero me gusta la forma de actuar de Eckhart. Desde «Gracias por fumar», tengo grandes esperanzas puestas en él.