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Voto de Caligari sin gabinete:
7
Aventuras. Romance Continuación de "El tigre de Esnapur". El arquitecto europeo Harald Berger y la bailarina Seetha son capturados por los hombres de Chandra. Mientras tanto, Ramigani planea arrebatarle el poder a su hermano, sirviéndose de sus aliados en palacio. Cuando Chandra se entera de la relación amorosa entre Seetha y Berger, hace llamar al doctor Rhode para encargarle la construcción de una enorme y lujosa tumba destinada a los dos enamorados. (FILMAFFINITY) [+]
18 de agosto de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué más se puede pedir? Abstenerse los pedantes y los que penséis que solo merece la pena el cine langiano de los años veinte y principios de los treinta. Lang era un director consagrado, un 'dinosaurio' - como él decía - de la vieja escuela, y obras como Metrópolis, los Nibelungos o ''M'' eran ya mitos del cine. En cambio, su etapa americana, contemporánea a aquellos críticos de entonces, parecía más 'vulgar'. Algunos no se dieron cuenta que el director era el mismo, e incluso más experimentado. Abandonó Lang América, cansado ya de su censura y el maltrato que se le daba a los 'autores', y en Europa retomó dos de sus viejos materiales, con nuevos guiones: La tumba india y su doctor Mabuse; así pues, el retorno a Alemania supuso también un reencuentro con sus orígenes. Quienes vieron en esto una muestra de decadencia en el director del monóculo no tenían dos dedos de frente, pues Lang comenzó su andadura precisamente con films de este tipo.

El tigre de Esnapur/La tumba india forman un díptico al puro estilo de los viejos seriales de aventuras. El protagonista es precisamente un arquitecto (es bien sabido que Lang estudió arquitectura antes de dedicarse al cine) que viaja a la remota India para trabajar para el maharajá de Esnapur. Por el camino conoce a la bailarina Seeta, (que sube la temperatura del film considerablemente), se enamoran y la situación termina en un intrigante triángulo amoroso entre el maharajá - que aspira al amor de la bailarina -, el arquitecto y Seeta. Muchas serán las andanzas a partir de aquí, con bailes exóticos y peligrosos (uno recuerda el de María en Metrópolis como la ramera de Babilonia, pero aquí con una sensualidad inmensamente mayor), huidas, pasadizos, arquitecturas de una física palpable, secuencias de gran calidad y un cuadro completo y colorista de una corte intrigante, sus guerreros, sus sacerdotes y su pueblo.

Lo mejor: La pura aventura, la bailarina Seeta (Debra Paget)... La escena del segundo baile es inmortal.

También la escena de los leprosos, y la lucha del arquitecto, entrando en plano-secuencia tras un esbirro desde la puerta.

Lo peor: El formato del díptico de folletín no era usual ya en la época, y mucho menos ahora. Hay que verlas seguidas, como si fueran la misma película, con lo que la duración excede de las tres horas, resultando excesiva. Aunque a mi no se me hizo larga en ningún momento.
Caligari sin gabinete
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