Me ha sorprendido gratamente "Tiburón", legendaria película palomitera de Spielberg. Tiene dos partes bien diferenciadas: una es cuando aparecen los ataques y el pánico en la playa, y la otra es en el barco para capturar al escualo.

La primera parte es lo mismo de siempre, predecible y casi insufrible cuanto más pasan los minutos y se sigue viendo lo mil veces visto. Pensé que como fuera toda la película así, mal camino lleva.

Pero llegó la sorpresa: la segunda parte. Un ejercicio de suspense y tensión mantenida como debería de ser siempre. Me refiero a que en ningún momento nos saca de la tensión para dar un respiro mostrando lo preocupada que está la parienta, o que al hijo se le pincha la rueda de la bici, o que el alcalde se gasta la recompensa del capitán jugando al póker. La acción se centra única y exclusivamente en lo que acontece al barco y la caza del tiburón. Así se crea suspense, futuros directores y guionistas del mundo, no pasa nada por dejar apartados personajes que van de por sí a la deriva.

Un aprobado raspado a la primera parte y sobresaliente a la segunda.