Aunque su premisa era muy rocambolesca e improbable me entró curiosidad por ver cómo se desarrollaría tal invento, y el invento no pudo desarrollarse peor, imposible. Es de esas películas tan malas, pero tan tan malas que mientras las estás viendo no puedes evitar reírte si las ves acompañada/o (cuando se supone que deberías sentir miedo, turbación, nervio... ¿no se supone que es cine de suspense y terror?).

Qué diálogos tan ridículos, qué situaciones tan idiotas, qué personajes tan planos, incluso cuenta con dos buenos actores (Ethan Hawke y Lena Headey) que aquí hacen las peores actuaciones de su carrera. En la cinta todo es tan poco creíble que sólo te queda aceptarlo y reírte abiertamente, antes que el director se ría de ti ríete tú de él y de su bazofia.

Una de las tantísimas insensateces tiene que ver con que el protagonista sea un especialista en poderosos sistemas de seguridad para poder garantizar a la gente (con mucho dinero) la mayor protección en esa ''noche de las bestias'', se haya convertido, de hecho, en millonario gracias a ello, y de buenas a primeras sin mayor esfuerzo unos panolis puedas entrar a su ultra poderosa casa blindada, ¿qué sentido tiene ésto? ¿El protagonista se ha estado haciendo millonario vendiendo un fraude? ¿A quién pretenden engañar con esta basura? Lo más sorprendente es que esta tomadura de pelo es sólo el comienzo, el despropósito que viene después no va sino a peor.

Me resulta incomprensible que unos productores financien un producto tan sumamente mediocre (digo este proyecto como tantos otros productos vacuos que aparecen habitualmente en las carteleras). Gastarse 3 millones de dólares en esta basura me resulta terrible, pero más terrible es que la cinta se convirtiera en un éxito de taquilla (sea o no gracias a una buena estrategia de marketing). Más de 89 millones de dólares recaudó el filme en todo el mundo, se dice pronto. Debido a este tipo de cosas es que yo, a pesar de encantarme el cine (el buen cine), le exijo tanto, pues hay tanta mediocridad en la industria que o se le exige más o los productores sólo apostarán por productos vacíos y tramposos, sólo con la idea de llenar las salas de adolescentes o adultos sin criterio artístico alguno, sin exigencia cinematográfica.