Cuando uno se encuentra con este tipo de producciones la crítica debería de cambiar su nombre a alabanza. Con semejante personalidad histórica, cuyo magnetismo es tan inmenso que aún atrae a muchos en nuestros días hace reflexionar y de una forma u otra a nadie deja indiferente. Como no admirar a Gandhi, si tal como dice en la introducción “Las generaciones venideras apenas creerán que alguien semejante haya existido”.

Pero esta no es una reseña histórica. Se trata de cine, y si hablamos de cine, también podemos hablar de algo extraordinario. En la realización de esta película vemos a Ben Kingsley interpretar tan bien a Gandhi que su imagen se convierte en la del líder pacifista y pasa a sustituir la verdadera en nuestras mentes. Su actuación es tan meritoria que no importa cuantas películas haga, ni que tan bien o mal las interprete, siempre diremos ese es un buen actor y nos acordaremos de su papel como Gandhi. Aunque numerosas son las historias del “Mahatma” (Gran Alma), en esta película se resumen muy bien algunos de sus pasajes de vida más notorios y a pesar de la larga duración de unas 3 horas, nos parece poco y se nos va como si fuese nada entre los ojos. Ya que cada instante se convierte en un recuerdo para nosotros mismos y no solo nos llena las horas libres, sino que nos llena el alma.

Cuenta con una excelente fotografía, sonoridad, puesta en escena, y todo apartado técnico que queramos mencionar. Es simplemente un clásico de clásicos que debería de estar en la colección de todo aquel que ame el cine y también de aquellos que quieren hacer política. Gandhi siempre ofreció una solución diferente a los problemas del hombre y nos enseña un mejor camino, cosa que sería de mucho provecho en cualquier situación compleja del panorama político actual, tanto en el presente, como para el futuro.