Haz click aquí para copiar la URL
España España · Córdoba
Voto de Talía666:
1
Drama Lily Bart es una conocida belleza que hace furor entre los caballeros de la alta sociedad, pero acaba dándose cuenta de la precariedad de su posición cuando sus encantos empiezan a provocar la envidia ajena. Indecisa entre sus sentimientos y lo que le dicta la razón, Lily siempre hace lo que debe en los peores momentos. La búsqueda de un marido rico que cumpla con las expectativas sociales, no sólo le hará perder la posibilidad de un ... [+]
27 de diciembre de 2012
2 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La casa de la alegría", se llama esto. Pero digo yo... de qué alegría ni de qué pollas?

Es lo mismo que pensé cuando me puse a leer la novela del mismo nombre de Edith Wharton. Casas es verdad que había unas cuantas, pero alegría, lo que se dice alegría... o poca o recortada o más falsa que una promesa electoral.

Por eso y porque la protagonista no me convencía ni poco ni mucho dejé el libro por la mitad y quise resarcirme con la peli.

Pues bien, en principio esto iba de una señorita de principios del siglo XX que intenta ser diferente y rebelarse al típico destino casadero de las damas de su generación. Eso al menos es lo que yo pensaba cuando leí la sinopsis del libro y de la adaptación de Terence Davies.

Pos mira, no, de eso nada, monada. Ahora te cuento lo que yo vi, con pelos y señales.

Yo vi a una señorita, magníficamente interpretada por Gillian Anderson (sí, no le des más vueltas, la Scully de Expediente-X), que vive en una continua duda existencial; primero quiere casarse con un señor rico, luego que no, después cuando le va un poco peor que sí, luego que le viene el orgullo proletario y que prefiere trabajar, después que bueno, que vale, que si hay que casarse pos se casa una, luego que tampoco... y así hasta el final... Una expedienta X, vamos.

Yo será que no estoy preparada intelectual ni psicológicamente para las enigmáticas y sofisticadísimas conversaciones de la alta sociedad decimonónina, pero el caso es que la mitad de los desplantes, humillaciones, chascarrillos, puyazos y exquisitas estocadas verbales me las perdí.

Que sí, que con un diccionario en la mano traduciéndome el sutil lenguaje de la clases altas de principios de siglo podría haber elaborado una tesis doctoral y haber disfrutado como una enana... pos vale. Pero que yo, aquí, ahora y con la lengua que más o menos chapurreo, no me enteré de la misa la media.

Y de lo que me enteré me parecían todos una panda capullos pa mear y no echar gota. Y que eso es lo que hay. Mucha Edith Wharton, mucho Terence Davies y mucha Gillian Anderson, pero que al final cómo echa una de menos un vulgar, zafio y populachero episodio de Aída.
Talía666
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow