La tardía revisión de Lovecraft en estos días me deparó gratas sorpresas y algunas películas. Había leído unas pocas cosas de ese maravilloso autor allá en mi adolescencia, y en una suerte de vuelta de tuerca de los ciclos de la vida hube de retomar su obra con más profundidad y sentido. Resulta curioso que quienes podrían llamarse sus parientes literarios, Poe y Stephen King por ejemplo, fueron llevados al cine prolíficamente y con no poco suceso mientras que con los relatos del genio de Providence no ha sucedido lo mismo. No hay buenas películas sobre cuentos lovecraftianos. El reciente intento de El Color que Cayó del Cielo me ha parecido totalmente fallido; y la otra que podría mencionarse es The Whisperer in Darkness, aceptable sin más.

Y en esto de seguir el rastro de Lovecraft en el cine le ha tocado el turno a The Endless, del dúo Justin Benson-Aaron Moorhead. Sin ser la puesta en escena de alguna obra en concreto del escritor, su trama empero remite a él claramente. Bajo el marco del típico argumento alrededor de esas siniestras sectas que pululan en el mundo se teje una historia que contiene los clásicos elementos lovecraftianos: el anonadamiento ante la ruptura de las leyes que dominan el prosaico devenir de lo cotidiano, y el encuentro con entes inefables que apenas se dejan entrever más allá del tejido espacio-tiempo sobre el cual ejercen un ominoso dominio.

El film resulta atrapante, dotado de tenso suspense, atmósfera escalofriante y desde luego el elemento fantástico de sello lovecraftiano que se combina acertadamente con la problemática existencialista ligada a la vida de dos hermanos (encarnados por los propios directores) que caen bajo las redes mágicas y horrorosas de la secta en cuestión y la innominable influencia que la preside.

Hasta ahora The Endless ha sido la mejor experiencia lovecraftiana que me ha deparado el cine. La he disfrutado. No sé si resulta idónea para todos los públicos pero la considero una buena película y un acertado concepto para seguir el intento, siempre arduo, de llevar a la pantalla grande al Maestro del horror cósmico.