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Voto de Aurelio Pérez Rocha:
9
Drama Una niña de 6 años y sus amigos pasan el verano en un pequeño motel muy próximo a Disneyworld, mientras sus padres y el resto de adultos que les rodean sufren aún los efectos de la crisis. (FILMAFFINITY)

25 de febrero de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas en la vida que que más mal me pone es ver que un niño pase hambre y esté privado de las cosas más elementales que le procuren una vida adecuada. Por ello luego de ver El Proyecto Florida, de Sean Baker, (a quien le debemos la magnífica Tangerine, de 2015), me sentí con el corazón estrujado, aunque con esa sensación de que la vida tiene el tono que uno le quiera dar.
Este filme es una andanada de desazón, que como el calor del sitio que retrata (la húmeda costa sureste estadounidense), es soporífera y apabullante; el reverso de la moneda del American Dream.
El título de la cinta alude al ambicioso proyecto de Walt Disney cristalizó en 1971, al abrir su parque de atracciones en Orlando, Florida, que se convirtió en el destino donde millones daban fe de como luce un gran sueño hecho realidad.
Baker no se regodea en la fantasía de ese paraíso sino que pone su mirada del otro lado del muro, en los arrabales, donde no hay princesas ni personajes mágicos, sino seres reales que sobreviven en medio de las crisis económicas que asolan a los de su mundo.
Aquí, en este pintoresco paisaje, se mueve Moonee, una alegre niña, interpretada maravillosamente por Brooklynn Prince, quien vive con su alocada mamá (Bria Vinaite) en The Magic Castle, un motel venido a menos que administra Bobby (Willem Dafoe).
A la sombra de Disney World, paraíso vedado para aquellos que siempre están sorteando obstáculos deben procurarse techo y alimento, Moonne y sus pequeños amigos se procurarán pasar un fantástico verano, porque al igual que cualquier niño de su edad, para ellos la vida no es como la ven los adultos, los que sí se quiebran una y otra vez ante los embates de esta.
Todo ello ocurre bajo la mirada complaciente de Bobby, quien se convierte en una especie de Ángel de la Guarda.
El impecable trabajo de Willen Dafoe le valió múltiples nominaciones a importante premios entre ellos el Oscar, el Globo de Oro y el Bafta, pero sin duda el alma de la cinta es la pequeña Moonee.
La tristeza y el sufrimiento del mundo se superan con un alta dosis de resiliencia o en su caso de inocencia, y es a esta última que el cineasta apela para contarnos una demoledora historia, pero lo hace sin caer en posturas maniqueas de denuncia social, sólo expone
con acuciosa ironía que hay seres de luz que iluminan a aquellos, cuyos sueños se han roto, y que se puede sobrevivir ante un desolador panorama cuando se tiene el incansable espíritu y la natural alegría de un niño.
Al ver El Proyecto Florida uno agradece por estar vivo, sin importar los problemas o las carencias. Todo se convierte en minucias.
En resumen, para mí es una de las mejores películas sobre la infancia y por mucho es de lo mejor que se hizo en 2017.
Aurelio Pérez Rocha
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